jueves, 17 de abril de 2008

Los Potros

En el Madrid de mediados de los 80 lo que estaba en pleno auge era la tan cacareada “Movida Madrileña” con sus chillones colores, gente guapa y fiestas sin final, pero paralelamente, por el céntrico barrio de Malasaña se cocía otra escena alternativa, no tan “cool” ni glamourosa, pero igual, explotaba en una eterna fiesta que duraba hasta la luz del día siguiente, y el nexo de conexión era la música en toda su extensión; cabía de todo: las bestias pardas del Detroit de MC5 y Stooges convivían sin problema con la música Garage de Milkshakes o Chesterfield Kings; vinilos de Flamin’ Groovies se intercambiaban con los de Johnny Thunders, y los sonidos Mod y Beat de los Who o Beatles se fundían con las clásicas canciones de Chuck Berry, Buddy Holly y Eddie Cochran mientras sonaban los Sonics en un destartalado tocadiscos. Todo un crisol de Rock and Roll canalla se extendía a lo largo y ancho de los bares del popular barrio madrileño.

La música ocupaba un lugar importante para mucha gente; se empezó a generar una corriente enorme de fanzines y sellos discográficos independientes (Ruta 66, Subterfuge, La Herencia de los Munster plasmaron en sus páginas grandes momentos), pero lo más importante, cantidad de grupos surgieron en esa época, y aunque solo unos pocos lograron trascender, daba igual, lo importante era estar en una banda y tocar la música que les gustaba. De las sucias calles de Malasaña surgieron muchísimos grupos desconocidos, otros que llegaron a trascender relativamente como Sex Museum, Pleasure Fuckers o Imposibles, y otras bandas que se quedaron en tierra de nadie como el caso de los injustamente olvidados Vancouvers o los alucinantes Potros, autores de “Black Light”, desde mi punto de vista, uno de los mejores LP’s hechos en este país.

El origen de Los Potros se remonta a 1985 cuando Javi, Fernando, Uge y Chicho deciden juntarse para reproducir los sonidos Garage-Mod de sus grupos preferidos, y en parte inspirados por sus admirados Sex Museum, compañeros de batallas en las noches de Malasaña y muy afines en cuanto a gustos musicales a base de una dieta estricta de Surf, Garage, Beat y Rhythm and Blues.

En 1986 José Lanot, que tocaba la guitarra con los Museum, abandona el grupo y rápidamente le convencen para que sustituya a Javi en los Potros. La cosa al principio pinta bien, graban algún single y ofrecen muchos conciertos en pequeños garitos, pero poco a poco surgen desavenencias entre ellos, y finalmente en 1989 se disuelve el grupo. Aunque Lanot es el último en entrar en los Potros, continúa con el grupo pero esta vez bajo la formación de trío: José Lanot canta y toca la guitarra, sigue Chicho a la batería y entra Paco de la Calle, procedente de los garageros The Rescuers, para hacerse cargo del bajo. Anteriormente a esta formación, Los Potros ya habían grabado un tema para Munster Records aparecido en su primera referencia en formato LP (“The Munster Dance Hall Favourites Vol. 2”), recopilatorio imprescindible de los grupos más relevantes de aquél ya lejano 1988; entre los surcos se pueden encontrar temas de Del Tonos, Bombarderos, Bumpers, Cerebros Exprimidos, La Granja, Los Bichos, Mescaleros y por supuesto Los Potros, que aportan una excelente canción de Garage al uso pero de gran nivel (“Where are you?”).

Volviendo a 1990, unos Potros renovados y con el peso compositivo y de liderazgo sobre José Lanot, se encierran en el estudio de grabación y en tan solo una semana graban “Black Light”, o lo que es igual, uno de esos discos de los que ya no se hacen. Se trata de la referencia 007 de Munster Records, y todo en el disco es una maravilla. Para empezar, en el 90% de los casos se suele cumplir la máxima de que detrás de una buena portada hay un gran disco, y “Black Light” desde luego no es la excepción a la regla, la presentación simplemente es soberbia, portada en blanco y negro con foto del grupo tomada desde arriba siguiendo la tradición de discos de grupos como Who o Brincos, y de regalo carpeta doble con las letras de las canciones en inglés original y traducidas al español, se nota que Munster tiene verdadera devoción y fe en el grupo, y no es de extrañar porque el contenido es simplemente espectacular. Doce canciones fabricadas del material del mejor Pop: breves, inmediatas, directas, con estribillos arrebatadores, guitarras afiladas, voces perfectamente alineadas y letras muy cuidadas. La música al servicio de la canción y no al revés, la canción es la dueña de los surcos del LP, unos surcos que hablan de amor y sobre todo desamor con unas letras tan íntimas como cercanas, gracias en parte al cálido refugio que dan los riffs de las enérgicas guitarras.

El sonido de “Black Light” ni mucho menos sería lo mismo de no ser por la producción. Se encargan ni más ni menos que Julián “Tequila” Infante y Manolo “UVI”, ambos componentes de los míticos grupos una generación atrás con respecto a los Potros.

Julián Infante antes de entrar de lleno en su segunda juventud artística con Los Rodríguez, se involucra de pleno en este trabajo. Los Potros son un grupo de guitarras y Julián consigue hacerlas sonar como debe ser: potentes, cortantes, directas, ásperas y nítidas al mismo tiempo. Incluso Infante toca partes de guitarra solista en buena parte de los temas, convirtiéndose en el cuarto miembro de los Potros para esa ocasión.

Pero no solo el sonido de guitarras está cuidado, las voces a cargo del propio Lanot son de nuevo una maravilla, con su característica forma de cantar, una voz más bien tirando a aguda, le da un toque muy particular al disco, incluso las partes de coros las hace el propio Lanot con un talento incuestionable.

¿A que suena el disco? Lo mejor de todo es que suena a muchas cosas (buenas) pero con una personalidad diferente. Se diría que hacen “Power Pop” en el sentido literal, pero no nos engañemos, el enérgico riff inicial de “Inside My Brain” lo dice todo, son canciones de Rock and Roll, con actitud Punk y sensibilidad Pop, es decir, obviando etiquetas, música que llega a lo más profundo del corazón como en su día lo hicieron los temas de Beatles, Buzzcocks, Remains, Everly Brothers, Nervers, Who o Byrds, bandas que influyeron enormemente en la música de Los Potros.

Es curioso, pero mi copia de “Black Light” la conservo desde hace la friolera de 17 años, y a día de hoy sigue tan vigente como en su momento y uno no se puede resistir a temas como “Walkin’ With My Girl”, “The ‘She’ You Lose”, “Love Is Dead”, “Black Clouds”, “Shades Of Myself” y absolutamente todas las maravillosas 12 canciones del atemporal LP.

En directo eran realmente impactantes, tuve la oportunidad de verlos en el 92 o 93, no recuerdo ni fecha ni lugar exacto, fue en un pueblo de Valladolid eso sí, lo único que recuerdo es que llegamos bastante tarde al concierto, pero los 20 minutos que pudimos ver fueron realmente mágicos, a pesar de estar la sala semivacía el grupo se entregó completamente a la causa; eran mucho más acelerados y afetamínicos que en disco, un José Lanot empapado en sudor y con la vena hinchada convencía plenamente, parecía como si el mundo se fuera a acabar y esa fuera su última actuación, pero sobre todo los tíos eran muy buenos, y también recuerdo que hacían versiones de los Buzzcocks.

Así llegamos a 1995, año en que el grupo se separó repentinamente apunto de profesionalizarse y fichar por una multinacional. Ahí no me meto ni se que demonios ocurrió, pero sin duda fue un abrupto e irremediable final. Tanto es así, que “Black Light” no se volvió a reeditar nunca jamás, y a día de hoy permanece descatalogado y es bastante difícil de encontrar. Hace un tiempo corrieron rumores de que el disco se iba a reeditar en CD con libreto informativo y abundante material extra a cargo de SNAP records, pero finalmente no hubo acuerdo entre las partes implicadas y el proyecto de momento está congelado. Esperemos que próximamente se solucionen los problemas y vea la luz la flamante reedición del imprescindible “Black Light”.

Antes de terminar quería dedicar el artículo al bajista Paco de La Calle y a Julián Infante, ambos fallecidos de manera prematura hace unos pocos años. Su manera de tocar y de hacer música se echará de menos, pero por fortuna siempre nos quedará su música grabada como el eterno “Black Light”.

lunes, 7 de abril de 2008

The Saints, 1976-1979 Segunda Parte

Continuamos nuestro viaje hacia el genuino corazón del Punk-Rock "made in Australia". Recapitulando, The Saints graban un sobresaliente single de debut y tal es el eco en el Reino Unido que una gran multinacional como EMI les firma un contrato por tres discos; ni más ni menos que la trilogía clásica de los Saints, el santo grial (valga la redundancia) del Rock and Roll australiano, y el punto de anclaje de toda la generación que vendría poco después, con permiso de los influyentes Radio Birdman contemporáneos suyos.

Tras firmar el contrato con EMI, el productor de la casa (
Rod Coe) vuela hasta Brisbane para grabar con la banda el primer álbum. Rod Coe, que anteriormente ha grabado a la leyenda del Country Slim Dusty, piensa que lo mejor es dejar a la banda el control y esa es la manera de conseguir una buena producción; efectivamente, el nuevo disco de nombre “(I’m) Stranded” se graba en menos de una semana, y aunque el sonido es como si de una maqueta se tratara, que probablemente haría avergonzarse a cualquier técnico de sonido profesional, es todo un ejemplo de furioso Rock and Roll, una carga explosiva de nihilismo y arrogancia a punto de explotar, una criatura que palpita rebosante de rabia y dolor, que acaba ahogado en sus propios vómitos a base de distorsión y ruido blanco; pero en este pandemonio sónico hay oculto una buena dosis de sensibilidad e incluso sutileza, con unas melodías arrebatadoras deudoras del mejor Pop.

La cubierta de “(I’m) Stranded” es una instantánea tomada en la terraza abandonada del
Club 76 en Brisbane, local donde los Saints ofrecieron sus primeros conciertos, y muestra a una banda natural pero con algo diferente. Detrás de esa destartalada habitación en tono sepia hay una puerta de acceso a una personalísima forma de entender el Rock and Roll, con un sonido chatarrero pero contundente, minimalista y elaborado, salvaje pero sensible al mismo tiempo; diez canciones directas donde la guitarra de Ed Kuepper funciona como una motosierra que rebana el alma del oyente a fuerza de acoples, feedback y mucho volumen.

El disco contiene los dos temas del single, “(I’m) Stranded” y “No Time”, ya comentados en el artículo anterior.
“One Way Street” es un fantástico tema de acelerado y directo Rock and Roll con guitarras a piñón fijo que arremete contra la despiadada sociedad (“En todas partes la gente juega el mismo juego, por una moneda te entierran y te hunden si no sigues su juego”). Kuepper salda cuentas con sus adorados Missing Links (una oscura banda de garage-rock de Sydney de los años 60) con una poderosa versión de “Wild About You”. Como curiosidad, los Links son tan remotamente desconocidos que originalmente en los créditos del disco figuraba como autor del tema “Desconocido”, más adelante se corregiría el error. “Kissin’ Cousins” rinde homenaje a Elvis Presley; se trata de un frenético Rock and Roll clásico lleno de urgencia y vitalidad, pero interpretado por los Saints con gran espontaneidad.
No todo son veloces y frenéticos temas, también sacan su lado más sensible a relucir:
“Messin’ with the Kid” es un medio tiempo de 5 minutos que arroja música Soul en la mejor tradición de los Stones de principios de los 70. “Story of Love” es una bonita canción con un innegable sabor Pop y guitarras en deuda con James Williamson de los Stooges de “Raw Power”.
“Erotic Neurotic” es otro clásico absoluto, el logrado título lo dice todo: 4 desquiciados minutos de sonido motosierra, punteos al rojo vivo, un minimalista riff, y por encima la voz de Chris Bailey escupiendo frases de forma insistente y obsesiva, “...I wanna be your lover baby, I wanna be your man...”, frases que encuadradas en el marco de la canción adquieren pleno sentido, y pulsan el botón correcto de la expresividad que siempre debería tener el Rock and Roll.
Suena
“Demolition Girl”, un clásico y “amable” tema de Punk-Pop con gran potencial comercial, pero la tregua finaliza, empiezan a sonar los primeros acordes suicidas de “Night in Venice”, casi 6 minutos de pesadilla manifestada en canción, un mal rollo sónico donde Chris Bailey se abre paso entre los decibelios ejerciendo de maestro de ceremonias como si de un Jim Morrison de la era Punk se tratara sin dejar tiempo al oyente a respirar, y cuando el mal viaje parece terminar, la batería entra con más fuerza que nunca y uno se da cuenta que no hay lugar donde esconderse al increíble poder de seducción de los Saints.

“(I’m) Stranded” se publica en enero de 1977 y The Saints se trasladan a Sydney donde comparten conciertos con bandas míticas como
AC/DC o Radio Birdman. Por cierto, con estos últimos no se llevaban bien por aquellos días; a pesar de que ambas bandas compartían gustos por toda esa iconografía del Tercer Reich, Kuepper con frecuencia ha manifestado su desagrado por los símbolos que exhibían los Birdman.

En Mayo del 77 The Saints aterrizan en Londres en plena época de histeria y efervescencia Punk. La compañía discográfica ve a la banda como un producto de marketing, y más allá de la música intentan convertir al grupo en una simple moda donde prima la estética y la indumentaria más que la propia música. Ante este panorama The Saints no siguen el juego en absoluto y se revelan: Bailey se deja crecer el pelo, visten camisas de cuello y americanas, solamente desean tocar su música independientemente de las modas y tendencias. Primer choque frontal con EMI.

Paralelamente publican un single con dos clásicos favoritos:
“Lipstick On Your Collar” de Connie Francis y “River Deep Mountain High” de Ike and Tina. De nuevo los resultados son increíblemente buenos, llevan a su terreno las dos personalísimas versiones. Mientras que la épica versión original de “River Deep” es de una belleza estremecedora e idílica, la de los Saints es mucho más macarra y terrenal pero igual de efectiva.

Volviendo a Londres, en el seno de los Saints no hay armonía ni felicidad, la relaciones entre ellos son difíciles, despiden al bajista
Kym Bradshaw y entra Alasdair Ward (hermano de un roadie de la banda) que es mucho más completo como músico. Por otra parte la relaciones con la escena Punk británica y sus bandas están lejos de ser satisfactorias, para el grupo, el Punk no es más que una simple moda, y las relaciones con la prensa tampoco son fáciles, no tienen apenas credibilidad y son frecuentes los artículos jocosos (y xenófobos) sobre canguros y aborígenes. Como en su clásica canción “(I’m) Stranded” los Saints parecen estar aislados del mundo.

En lo musical es otra historia, el grupo evoluciona y crece de manera admirable, publican el single
“This Perfect Day” y alcanza un digno puesto 34 en las listas británicas, pero desgraciadamente se agotan los ejemplares y hasta que pasan tres semanas la discográfica no recibe más copias, los gustos de los ingleses son volubles y en ese tiempo ya se han olvidado del single. Todos estos hechos llenan al grupo de rabia y frustración, pero no importa, se meten en el estudio de grabación, esta vez con más medios económicos y técnicos, y paren un clásico absoluto a la altura de su anterior disco “(I’m) Stranded” (o mejor). El nuevo disco se llama “Eternally Yours” y lo produce el propio grupo incorporando nuevos instrumentos como teclados, guitarras acústicas e incluso sección de vientos en algunos temas. El estado de insatisfacción del grupo en Inglaterra se refleja perfectamente en los textos de las canciones del disco, unas canciones cargadas de rabia, ironía y mucho sarcasmo; un acertado dardo venenoso a las estúpidas modas de temporada e imposiciones sociales.

El sonido de “Eternally Yours” es mucho mejor y más limpio, y la guitarra de Ed Kuepper está más domesticada pudiéndose apreciar mejor los demás detalles. Incorporan sección de vientos en las increíbles
“Know Your Product” y “Orstralia”. “Know Your Product” con el tiempo se ha convertido en uno de los temas más celebrados y emblemáticos del grupo, y no es de extrañar, es la mezcla perfecta de Punk y música Soul con precisas puyas a los medios de comunicación. Grupos posteriores como Rocket From the Crypt basaron parte de su repertorio en este estilo de canciones.
El Punk con fuerte aroma a Pop está presente en
“Lost and Found”, y temas como “Memories are Made of This”, “A Minor Aversión” o “Untitled” sacan a relucir el lado más sensible del grupo lleno de fuerza y pasión.
“Private Affair” despotrica de la moda, las tendencias y las nuevas generaciones con sus uniformes que parecen los mismos. “No, Your Product” comienza con un órgano como si de una pieza de Garage-Rock se tratara, pero al poco se convierte en una joya al más puro estilo Saints lleno energía contenida a punto de explotar con los solos de guitarra que marcan la pauta. “This Perfect Day” es el tema del single antes citado y recuerda a los Love más explosivos (los de “Seven and Seven”). El Rhythm and Blues pasado por la termomix del Garage-Punk queda constancia en la frenética “Run Down” que incorpora una armónica por vez primera. “New Centre of the Universe” es su particular patada a la fama y todo lo que conlleva, con Chris Bailey cantando con más convicción que nunca. “Eternally Yours” enlaza 13 demoledores temas a cada cual mejor, si uno es bueno el siguiente lo supera, y el disco lo cierran ni más ni menos que “(I’m) Misunderstood” (una especie de continuación de “(I’m) Stranded”) y la hilarante “Intenational Robots” con un homenaje a Eddie Cochran vampirizando el riff de “C’mon everybody”.
En la reedición en CD de “Eternally Yours” del 2007 vienen como extras
“The International Robot Sessions”, que son versiones alternativas de las canciones del disco, pero grabadas en mono, a la primera toma y con un sonido más áspero. Vaya, una gozada para los oídos.

“Eternally Yours” sale a la venta en abril de 1978 y a pesar de ser un gran disco, es un fracaso a nivel comercial y la discográfica muestra su descontento. Los ánimos de los muchachos están por los suelos; cuando residían en Brisbane lo que menos les importaba era el dinero, y lo único que querían hacer era estar y tocar en una banda. Su actitud era inocente y llena de camaradería, pero ahora las cosas eran diferentes, está asqueados del negocio y todo lo que rodea al mundo de la música. El final está cerca y tarde o temprano la discográfica les iba a dar la patada, pero antes graban “Prehistoric Sounds”, o lo que es lo mismo, el tercer y último disco de la trilogía clásica de The Saints.

Con
“Prehistoric Sounds” hay un cambio radical de planteamientos musicales, los días del sonido áspero de motosierra en los garajes de Brisbane quedaban lejos, ahora The Saints apuestan por un sonido más próximo que nunca al Rhythm and Blues y dan la misma importancia a las guitarras que a la sección de vientos, la banda suena más madura y todos los miembros evolucionan de manera admirable pero sin perder ni pizca de intensidad ni pasión.
“Prehistoric Sounds” tienes elementos de Blues, Soul, Jazz, Pop, Rock and Roll clásico, e incluso se anticipan al After-Punk, pero no suenan a ningún estilo ni género concreto, suenan a ellos mismos con una personalidad y sonido perfectamente identificables. Desde mi punto de vista aportan algo nuevo al Rock and Roll; partiendo de los clásicos encuentran su camino musical con una personalidad arrolladora.
De nuevo lo logran, los 13 temas que forman el disco son a cada cual mejor, quizás no tan directos como los anteriores discos pero su calidad es incuestionable y suenan mejor que nunca; además de la continua presencia de sección de vientos, todo encaja perfectamente, especialmente el batería Ivor Hay está especialmente brillante, consiguiendo dotar a las canciones de gran empuje.
“Swing For a Crime” está conducida por frenéticos vientos con sabor a Jazz y un riff deudor de Bo Diddley. El mejor Soul está presente en “All Times Through Paradise” con Ed Kuepper cada vez más versátil a la guitarra, y Chris Bailey más pasional que nunca. La ironía y el doble sentido siempre han estado presentes en los textos de los Saints, y convierten un tema festivo como “Every Day’s A Holiday, Every Night’s A Party” en una feroz crítica a una vida vacía llena de luces de neón, coches veloces, champagne y discotecas. “Brisbane (Security City)” es hija bastarda de “I’m Sick of You” del último período de los Stooges, “Church of Indifference” es un animado tema guiado por las omnipresentes guitarras de Kuepper con una visión nada positiva de la religión. “Crazy Googenheimer Blues” es un saltarín Rock and Roll con su clásico sonido de piano. Damos la vuelta y el disco sigue en línea ascendente, crece con cada tema que suena, unas veces más animados pero llenos de ironía (“Everything’s Fine”), otras más experimentales y próximos al after-punk que vendría después (“The Prisioner”), y otras más clásicos como si de un Buddy Holly de los 70 se trataran (“Take This Heart Of Mine”); para colmo escogen las 2 versiones del disco con un buen gusto incuestionable, ni más ni menos que “Security” del gran Otis Redding pero mucho más rockera, y “Save Me” de Aretha Franklin. Mención aparte merece “The Chameleon”, más de 6 minutos que resume a la perfección todo “Prehistoric Sounds”: saxofones, enérgicas guitarras, baterías con nervio, y sobre todo intensidad en la que para mí es la mejor interpretación de Bailey con fuertes influencias de Iggy Pop.
“Prehistoric Sounds” se publica en febrero de 1979 y fue un completo y absoluto fracaso comercial. Para mí es uno de los discos más incomprendidos e infravalorados, tanto que lleva mucho tiempo descatalogado, pero menos mal que en el 2007 la EMI se animó a reeditarlo en CD con canciones extra. Incluye una bonita demo de título
“Looking For The Sun” que trae a la memoria a los Faces más inspirados y sensibles, y es increíble que haya permanecido inédita hasta ahora. El CD también incluye 6 temas tomados de una actuación en Sydney durante 1977, con un sonido crudo, primitivo y lleno de energía; la selección de temas pertenece a sus dos primeros álbumes, y por lo escuchado, los Saints aparte de ser capaces de publicar soberbios discos eran una banda de directo y llena de actitud.

El fin de los Saints está cerca. A pesar de sacar discos intachables están quemados, las relaciones entre los componentes son difíciles, y para colmo EMI les echa a la calle, han cumplido con los 3 discos y no les renuevan. Cada uno de los componentes sigue caminos diferentes: Ivor Hay se une a The Hitmen, estupenda banda australiana con componentes de Radio Birdman; Ward toca con los
Damned antes de formar Tank; Ed se une a Laughing Clowns y posteriormente comienza una extensa carrera en solitario, y por último Chris continúa con los Saints, pero ya no es lo mismo, recluta a otros músicos y todo es mucho más pulcro y convencional, e incluso consigue escalar en las listas de éxitos en alguna ocasión (“All Fool Days”).
Después llegó la oscuridad, durante mucho tiempo Chris Bailey y Ed Kuepper han estado a la gresca, pero parece ser que han enterrado el hacha de guerra y se rumorea que posiblemente se junte la formación original para ofrecer algunos conciertos por todo el mundo. Personalmente cada vez soy más reacio a este tipo de reuniones y prefiero quedarme con la magia que desprenden esos 3 estupendos e influyentes discos de su época clásica.

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