jueves, 18 de diciembre de 2008

Wild Soul Music


"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol"
(Martin Luther King)

En muchas ocasiones los insustanciales álbumes en directo son un mero trámite para cumplir con las obligaciones contractuales de la discográfica, para hacer caja o simplemente para cerrar una etapa a base de tocar los “grandes éxitos” sin aportar relevancia al producto. Claro que siempre hay excepciones: el incendiario primer LP de MC5, “It's alive” de Ramones, Get Yer Ya-Ya's Out! de los Rolling Stones... Por el contrario, con el Soul la situación es distinta, es un música salida de las entrañas, con sus canciones para llorar y reír, amar y gozar, pero sobre todo es un género capaz de todo, incluso de eliminar barreras en las peores épocas de segregación racial. El Soul es una música capaz de hacer vibrar a todo el mundo independientemente de sexo, raza, religión o posición social. Cuando hablamos de música Soul no hay que pensar, solo dejarse llevar y sentir el ritmo de una música más viva que cualquier otra.

Volviendo a los discos en directo, el Soul desde sus inicios ha generado excelentes muestras de sentimiento, pasión e intensidad en cada uno de los surcos de los vinilos, e incluso algunos de ellos forman parte de lo mejor que grabaron algunos de los autores clásicos del género. He aquí algunos de los discos en directo más recordados a lo largo de los años:

Sam Cooke quizás sea el cantante de Soul más influyente en la historia de este género. Desde que a principios de los 50 comenzó su andadura gospel en The Soul Stirrers, pasando por su etapa en Keen y su enorme éxito comercial en RCA, hasta su muerte en 1964, todo lo que grabó Cooke fue intachable. Preciosas canciones arregladas con suntuosas secciones de cuerda y vientos, con esa portentosa y versátil voz capaz de convertir temas propios de Gospel y Rhythm and Blues en memorables piezas de POP clásico inundadas de un fuerte romanticismo, y siempre aptas para el baile. En directo Sam Cooke era bien distinto, los deliciosos arreglos se suprimían en favor de un sonido más primitivo e intenso, como muy bien reproduce el espectacular “Live at the Harlem Square Club, 1963” publicado en 1985. Aquí no hay fisuras, no hay altibajos, la suave caricia de Sam Cooke se convierte en una bofetada de sudor frío lleno de vida, público y artista conectan a la perfección, la música es una celebración de júbilo y alegría de vivir, algo así como un acto pagano de música gospel lleno de electricidad.

James Brown, llamado también “Mr. Dynamite”, fue tan influyente como Sam Cooke, y desde el principio destacó por ser el mayor currante del show-business gracias a sus inflamables conciertos. “Live at the Apollo” (1963) junto con sus Famous Flames es una buena muestra, que por cierto, muchos hablan de este trabajo como el mejor disco en directo jamás publicado. El álbum alcanza cotas de una intensidad sobrecogedora con la banda de 13 músicos en permanente estado de gracia, y James Brown interpretando sus mayores éxitos de la época, pero sobre todo unas baladas de Gospel-Blues que las alarga hasta el paroxismo. Entre “I'll go crazy” y “Night train”, que marcan el inicio y final respectivamente, la intensidad no decae ni un solo segundo, pero el momento en que une “Lost someone” y “Please, please, please” es simplemente apoteósico.

Otis Redding, orgullo de Macon y alma de la Stax, empezó siendo un simple imitador de Little Richard, pero al poco tiempo, partiendo del norte trazado por los antes citados Sam Cooke y James Brown, supo construir su propio estilo a base de memorables canciones y discos que marcaron una época. En 1968, al año siguiente de su muerte, se publicó a título póstumo “In person at the Whisky a go-go”, directo grabado durante 1966, en su época de mayor esplendor. Otis tiene alma de carbón que arde a base de sudorosa pasión, y su banda es la chispa que lo provoca con una base rítmica y sección de vientos apabullantes. En esta ocasión Otis no contó con los habituales Booker T and the MG's y los Memphis Horns, pero vistos los engrasados resultados tampoco se les echa en falta. Otis se comunica a la perfección con su banda y público gracias al lenguaje del alma, y emotivas piezas como “These arms of mine” o “Any ole way” son como una caricia para los sentidos.

Enlazando con Otis Redding, en 1967 Aretha Franklin consiguió un éxito enorme con “Respect”, original de Otis, pero más allá de “Respect”, Aretha es autora de algunos de los momentos más inspirados de la música Soul también recogidos en un álbum en directo. En 1971 Aretha Franklin actúo durante tres días consecutivos en el Fillmore de San Francisco, y poco después estas actuaciones fueron recopiladas en el disco “Live at the Fillmore West”. Según cuenta la propia Aretha, antes de estos conciertos sentía cierto recelo de si su música conectaría con la generación Hippie de San Francisco, pero finalmente las tres noches fueron un rotundo éxito. Con gente en la banda como King Curtis, los Memphis Horns, Billy Preston e incluso el mismísimo Ray Charles como invitado especial, está claro que Aretha solo podía ganar. Pero por encima está la voz de la diva que brilla y se eleva en cada canción, ya sea con sus exquisitos temas propios (“Don't play than song”) o fantásticas versiones de Beatles o Stephen Stills que las transforma haciéndolas suyas.

Por último, aunque no en importancia, Etta James editó en 1963 un disco en directo llamado “Rocks the house”, y aunque puede que no sea tan relevante como los anteriores a nivel mediático, para mí es una debilidad personal. En los años 50 Etta comenzó su carrera con una combinación volcánica de Gospel, Rhythm and Blues y Rock and Roll, para posteriormente, a principios de los 60, dar un giro estilístico con baladas orquestadas con un fuerte componente Pop, pero en 1962 Etta retornó a sus raíces gospel, en su faceta más bailable, con temas como “Something's got a hold on me”, que es un claro antecedente de la música Soul. “Rocks the house” presenta una banda de bar de 5 componentes tan modesta como efectiva, pero que rueda de maravilla, y sobre todo es el vehículo perfecto para llevar a buen fin el rotundo show de Etta James. El repertorio lo componen algunas de sus canciones más conocidas (memorable “Seven days fool”) , pero sobre todo versiones de Ray Charles, Jimmy Reed, BB King o Willie Dixon que Etta James lleva a su terreno. Improvisa con sus gruñidos e inflexiones en la voz, hace partícipe al público llevándole por donde quiere sin artificio alguno, y cada vibrante minuto del disco es una auténtica fiesta, haciendo de este trabajo uno de los más divertidos y enérgicos del Soul y del Rhythm and Blues.

viernes, 12 de diciembre de 2008

The Zeros


“El Punk no está muerto, simplemente ha cambiado. El Punk es más que música, es una actitud que trasciende el tiempo y el espacio.” (Alice Bag)

Retrocedamos a 1976 en el tiempo. Estamos en una pequeña localidad californiana entre San Diego y México. Chula Vista no es exactamente el lugar más excitante, y menos aún si te gusta el Rock and Roll clásico de
New York Dolls, Stooges, Velvet Underground, T-Rex o el sixties punk de Standells o Seeds. Este es precisamente el nexo que une a Javier Escobedo, Robert López, Hector Peñalosa y Baba Chenelle, o lo que es igual The Zeros, un grupo de adolescentes que los profesores dejan por imposible, considerándoles un “Cero” a la izquierda.

“Esos chavales mejicanos con botas puntiagudas”, como les nombraba el mismísimo Tom Waits, que sienten auténtica devoción por el clásico de Standells “Sometimes good guys don't wear white”, dan sus primeros conciertos en zonas fronterizas próximas a Tijuana, pero más adelante gracias al hermano de Javier, Alejandro Escobedo (¡enhorabuena por superar tú grave enfermedad!), en aquella época guitarrista de grupo punk The Nuns afincados en San Francisco, les pone en contacto con los hoy legendarios The Nervers, y estos consiguen a The Zeros múltiples “bolos” por los clubs de Los Angeles. En 1977 comparten escenario con los propios Nervers, X, The Germs, The Weirdos y todos esos maravillosos grupos de la primera escena punk de L.A.
También tocaron bastante por la bahía de San Francisco, e incluso en una ocasión la mismísima
Patti Smith tocó con ellos “Waiting for the Man” de la Velvet, no está nada mal para unos chavales que tenían que volver cada noche a Chula Vista para atender sus obligaciones escolares.

En esa misma época
Greg Shaw de Bomp! Records ve actuar al grupo en un club de L.A., y rápidamente les ofrece la oportunidad de grabar. Por desgracia en sus tres años de existencia, The Zeros grabaron solo 3 singles, ¡pero que singles!. Buenísimas canciones tocadas de maravilla, con entusiasmo y urgencia, pero sobre todo consiguiendo un sonido con un poso de frescura acorde a los 16 añitos que tenían por entonces. Temas como “Don't push me around”, “Wimp” (con ese riff que te rebana los sesos), “Wild Weekend” o “Beat your Heart out” son himnos que siguen conservándose frescos cual lechuga recién arrancada del huerto.
The Zeros nunca grabaron un LP completo, pero en 1991 Bomp! editó
“Don't push me around” que contiene los tres singles al completo, más canciones inéditas sin tacha alguna (incluso “Cosmetic Couple” pese a las deficiencias técnicas es maravillosa). En definitiva, un disco que no debería faltar en la discografía de ningún “gamberro como nosotros”, y si no lo tienes, ¿A que esperas?

Tras la separación de The Zeros cada componente inició su carrera en solitario:
True Believers, El Vez (The Mexican Elvis) o Flying Color son solo algunas bandas de esta maravillosa saga, y todas ellas de una calidad incuestionable. En los noventa la formación original de The Zeros se reunió de nuevo, tocaron por España e incluso grabaron un nuevo disco que no está nada mal (“Knocking me dead”). Ya sabéis como son las cosas, “quién tuvo retuvo”.

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