martes, 1 de septiembre de 2009

Chuck Berry, "After School Session"

Chuck Berry es de los pocos mitos vivientes del Rock and Roll, y sin miedo a pillarse los dedos, se puede afirmar que ha sido de los intérpretes y guitarristas más influyentes de todos los tiempos. Que más da que algunos digan que siempre escribe la misma canción, o reproduzca el mismo solo de guitarra una y otra vez. Chuck Berry es un pionero, creador único y un gran compositor de canciones, quizás de los mejores. Prácticamente cualquiera que haya estado en una banda de Rock and Roll ha tocado sus canciones, la lista es enorme: Stones, Beatles, Hendrix, Dave Edmunds, Flamin' Groovies, Elvis, Buddy Holly y cientos más.

A pesar de la enorme influencia, y la exitosa carrera de Berry (en los años 50 y 60 basicamente), sus discos no son fáciles de encontrar (especialmente en formato LP), y no será porque sean malos, todo lo contrario, los trabajos de Chuck Berry, por lo general, son auténticas obras maestras que no se reducen a sus canciones más conocidas de siempre, son discos excitantes, divertidos, nacidos para disfrutar y muy variados estilísticamente, pero siempre con esa impronta personal tan característica.

Por fortuna, recientemente ha surgido un sello discográfico llamado Doxy Records, centrado en reediciones de clásicos de Jazz, pero también de Rock and Roll. Hasta el momento han publicado referencias de Buddy Holly, Bill Haley, Little Richard, Eddie Cochran, Everly Brothers y por supuesto Chuck Berry. El sonido de los discos es espectacular, además se respeta el diseño de portada original, y lo más importante, están editados en glorioso vinilo con un prensaje como es debido. El disco de Berry en cuestión es “After School Session”, ni más ni menos que su primer LP publicado en Chess records en 1957. En realidad es un disco recopilatorio de temas grabados entre 1955 y 1957 con la crema y nata de músicos de Blues de Chicago: Willie Dixon, Otis Spann, Jimmy Rodgers o Johnny Johnson son algunos de los protagonistas.

La reedición no contiene extras ni añadidos, ni falta que hace, los doce temas originales son suficientes para hacerte vibrar durante poco más de media hora. La ecuación del talento de Chuck Berry se resuelve por si sola gracias a definitivas canciones de Rock and Roll clásico (“Schoolday”, “Too much monkey business” o “Brown eyed handsome man”), poderosos instrumentales de Rhythm and Blues (demoledor “Roly Poly”, escalofriante “Deep feeling” y elegante “Berry pickin'”); y el Blues, como no, el Blues siempre está presente, unas veces de manera más ortodoxa, como en “Wee wee hours” con el majestuoso piano de Johnny Johnson de acompañamiento, o en “No money down” con el clásico riff prestado de “Hoochie coochie man”. También hay afortunadas baladas Pop (“Together we will always be” y “Drifting heart”), e incluso el bueno de Chuck se lo pasa en grande jugueteando con el Calypso latino de “Havana moon”, por no hablar de “Down bound train”, con esa tensión contenida que atraviesa la columna vertebral como una descarga eléctrica del alto voltaje. Simplemente la reedición del año.

"Down bound train", una joya oculta recuperada por los Nomads a mediados de los 80.


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