miércoles, 28 de diciembre de 2011

Nikki Sudden, "Teenage christmas"

Este año el mensaje navideño lo canta un auténtico Rey, ni más ni menos que Nikki Sudden, mártir "maldito" del Rock and Roll, poeta eléctrico, sensible trovador; un pura sangre cruzado con el romanticismo callejero de Johnny Thunders, la conmovedora sensibilidad de Ronnie Lane, el descaro canalla de Keith Richards o la sarcástica ironía de Lou Reed. Ya sea como Swell Maps, Jacobites o en solitario, Nikki Sudden supo crear su universo particular repleto de pasionales canciones y emocionantes medios tiempos donde cada acorde tiene un significado que arropa a esa voz tan sentida.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Night Beats

Una de las sorpresas de este 2011 ha sido el debut de Night Beats para Trouble in Mind Records, y es que cuando se trata de alguna recomendación de Oscar nada puede fallar. Night Beats son un "power-trío" procedente de Seattle, y recogen el testigo de grupos de los 60 como la Magic Band del Capitán Beefheart, la Experience de Jimi Hendrix, los Pink Floyd de Syd Barrett, y sobre todo los 13th Floor Elevators con Roky Erickson, con un gran parecido en la voz. Lo que presentan Night Beats es música arriesgada e inflamable, oscura y experimental, pero sin olvidarse de las raíces primarias de los viejos Bluesmen, con una vuelta más de tuerca en el uso de la electricidad, creando un sonido más incisivo e hiriente. Night Beats caminan por un espinoso camino repleto de música psicodélica, y dibujan un fresco retrato de "Garage" nutrido de malas vibraciones sonoras, pero con una energía fuera de lo común, como si se tratara de los hermanos pequeños de Dead Moon.

martes, 13 de diciembre de 2011

Nick Lowe

El próximo viernes 16 actúa Nick Lowe en Madrid, y seguro que será un gran día. Desde hace tiempo por aquí a este hombre se le aprecia, y mucho, y muchos son los discos, grupos propios y ajenos (en calidad de productor) con los que se ha involucrado a lo largo del los años. Desde finales de los 60 Lowe ha ido escalando las más altas cimas de la música Pop. Brinsley Schwarz definió a principios de los 70 el Pub Rock a golpe de cerveza y fabulosas canciones, y seguro que el viernes cae algún clásico como "Peace, love and understanding", y nos emocionaremos. Tras pasar página a los Brinsleys en 1975, Nick Lowe se lanza a su carrera en solitario con discos tan fundamentales como "Jesus of cool", "Pure Pop for now people" o "Labour of lust", y quizás el viernes suene la escalofriante "Marie Provost", o "So it goes" que fue la primera canción que escuché suya (gracias a un tío grande como Tomi), que aún sigue bombeando emoción; o también puede que asome en el repertorio "Little Hitler" o "Without love", y fijo que cae su gran éxito "Cruel to be kind" tan delicioso como si sonara en el tocadiscos de casa por primera vez. Son tantos temas maravillosos que uno cuenta los minutos para la cita del viernes con impaciencia.

miércoles, 31 de agosto de 2011

John Paul Keith, "The man that time forgot"

John Paul Keith no es nuevo en este blog. Hace un par de años pasó por aquí su majestuoso y pletórico debut, "Spills and Thrills", y a día de hoy, por lo menos en mi caso, es un disco que aún no se ha "quemado" y suena tan refrescante y disfrutable como el primer día. Dos años después el bueno de John Paul vuelve a la carga con otra colección de canciones directas, sencillas, pero hechas con gran amor. Un amor por el Rock and Roll que se mantiene insobornable y enciende la mecha de una tradición que une Rhythm and Blues, Swing, Garage, Country, Soul o Pop. Su nuevo trabajo se llama "The man that time forgot", y en poco más de treinta minutos John Paul Keith se merienda un gran pedazo de pastel de música americana con una colección de canciones propias, tan jugosas como la tradición musical que revive.

miércoles, 24 de agosto de 2011

The Mirrors, "She smile wild"

El ideólogo de los MC5, John Sinclair, conductor de la contracultura underground en los 60, poeta maldito, y freak del free Jazz, decía que la música tenía que contener un mensaje revolucionario. En el caso de MC5 y Stooges, a finales de los 60 dinamitaron el sistema musical, pero las promesas de Elektra records de convertirles en estrellas del Rock lo estropearon todo. Más adelante en la segunda mitad de los 70, los Sex Pistols escupían en la cara de la sociedad burguesa, haciéndose pasar por deshechos sociales en comunión con el mismísimo anticristo, y pronto se convirtieron en una pesadilla para padres y gentes de bien; pero por detrás eran Malcom McLaren y Vivienne Westwood los que movían los hilos del "monstruo", dos simpatizantes del movimiento situacionista que finalmente convirtieron a Sex Pistols en una marca perfectamente acoplada a la demanda del mercado, que sucumbió al poder del dinero y del mercado.

Paralelamente The Mirrors, en algún lugar perdido de América (Cleveland, Ohio), tocaban Rock and Roll inflamable sin ningún tipo de mensaje explícito, el mensaje eran ellos mismos, tan solo unos pocos acordes y una enorme pasión por la Velvet Underground, especialmente de atentados sonoros como "White light/white heat", pero con una actitud demoledora, entendiendo esta como un grito desgarrador hacia la recesión económica y el desempleo que vivía la ciudad de Cleveland desde finales de los 60, pero al mismo tiempo alimentaba una enorme creatividad llena de desesperanza y malas vibraciones, que dio lugar a una escena única y a un importante eslabón en la cadena evolutiva del Punk rock, antes de que este movimiento se catalogara como tal.

The Mirrors existieron desde 1972, y únicamente editaron un single grabado en 1975, pero no se editó hasta 1977, año en que el Punk pasaba por sus mejores momentos de popularidad. El single contenía "Shirley" como cara principal, pero es su cara B, "She smile wild", la que deja huella: las guitarras suenan absolutamente saturadas, y la voz es como el último estertor de alguien al que rajan la garganta, apasionada como el último instante de vida, en una radical invocación a "Sister Ray" de la Velvet, hipnótica en su sencillez, y mortífera en su insano sentimiento, perfecto ejemplo del poder expresivo del Rock and Roll y claro mensaje de sintonía con los esquemas ruidistas más radicales.

The Mirrors fueron un grupo vinculado a otras formaciones de Cleveland más conocidas como Pagans, los fantásticos Electric Eels, y sobre todo Pere Ubu, donde su cantante David Thomas, les publicó el single en su sello discográfico. Más adelante el batería de The Mirrors, Michael Weldon, estuvo muy vinculado a la publicación de revistas y libros sobre películas de serie Z a través de los títulos de "Psychotronic".

Escuchando a grupos como The Mirrors, Rocket from the Tombs o Electric Eels, todos ellos hermanos pobres de otras formaciones de culto más conocidas, uno relativiza lo escrito y quizás el premio de precursores del Rock and Roll más primitivo podría haber recaído sobre ellos. ¿Por qué no ha sido así? Imagino que demasiada dosis de realidad y ruido en estado puro les hace incómodos para salir en la foto, pero canciones como "She smile wild" valen más que mil palabras.

sábado, 13 de agosto de 2011

Howlin' Wolf, segunda parte

Continuando con la entrada anterior, nuestro protagonista Howlin' Wolf, tras grabar un puñado de influyentes temas en Memphis con Sam Philips, finalmente Chess Records gana la partida a RMP, y nuestro hombre se muda definitivamente a Chicago en 1953, para iniciar su fructífera carrera discográfica con Chess que durará hasta su muerte. Wolf cuenta ya con 44 años, y posee una extensa experiencia como músico, pero sobre todo sabe lo que es la vida y su dureza, que la dibuja con acordes de blues y su portentosa y áspera voz.

En 1954 Wolf comienza a grabar en los estudios Chess, pero ya no lo hace con su banda anterior. Willie Johnson, su tremebundo guitarrista desde hace años, entra y sale de forma intermitente, y el resto de músicos son reemplazados por los de Chess, pero no hay problema cuando se trata de gigantes de la talla de Otis Spann, Willie Dixon o Earl Philips. Durante ese 1954, ocurre un hecho decisivo en la carrera de Wolf, y no es otra cosa que la entrada del guitarrista Hubert Sumlin como miembro fijo, que con el tiempo se convertirá en una de las asociaciones más productivas del Blues eléctrico, y desde mi punto de vista, de la música popular en general.

Howlin' Wolf y Hubert Sumlin, ya se conocían desde hacía años, cuando un adolescente Sumlin presencia uno de sus explosivos conciertos en Memphis de manera clandestina y queda profundamente impresionado. A pesar de la timidez de Sumlin, a Wolf le cae bien el muchacho, y además se entera de que toca la guitarra, hecho que años después, cuando queda un puesto libre, no duda en llamar para ofrecerle el trabajo. La relación entre Wolf y Sumlin no siempre fue fácil, ya que estuvo marcada por frecuentes broncas y encontronazos, pero hay gran cariño en el fondo, y sobre todo entendimiento y compenetración artística, que se fortalecería con el paso del tiempo.

El bautizo de Hubert Sumlin se produce con el single "Baby how long" y "Evil", y el resultado es excelente, la primera posee un ritmo rápido-medio, mientras que "Evil" es más hipnótica y oscura, con Otis Spann dejándose los dedos al piano mientras Wolf acompaña con la armónica y canta con total poderío y firmeza. En estas primeras grabaciones el estilo de Sumlin aún no está perfilado, y se limita a una labor rítmica, dejando el peso solista para otro fenómeno de la talla de Jody Williams. Como se verá, Wolf siempre se rodeará de los mejores músicos debido a su extremo nivel de auto exigencia que le lleva siempre a dar lo mejor de si mismo, pero también a exigir la misma entrega por parte de sus músicos, lo cual le provocará no pocos quebraderos de cabeza ya que Wolf tendrá que luchar con los baches propios de la carretera (no exentos de alcohol, drogas y juego), fuente de problemas, conflictos e incluso peleas que le hacen ganarse fama de huraño y autoritario en nombre de la profesionalidad y el trabajo bien hecho, traducido en cada una de sus intensas actuaciones.

Volviendo a "Evil", está canción es de gran importancia por qué marcará el inicio de la colaboración entre Wolf, Sumlin y sobre todo Willie Dixon. Willie Dixon fue un ex-boxeador de cierto renombre, que después trabajó para Chess records, al principio como músico de estudio, tocando el contrabajo para los distintos solistas que graban para el sello, y posteriormente ejerció de productor y caza talentos para la compañía, pero lo más importante, escribió un montón de temas que grabarían diversos autores alcanzando con el tiempo la denominación de estándares de la música popular. Quizás los temas más memorables que compuso Dixon fueron para Muddy Waters, y por supuesto nuestro hombre, sin olvidarse de Sonny Boy Williamson, Koko Taylor, Little Walter, Bo Diddley, y un montón de ellos más. Se puede decir que Willie Dixon es al blues de Chicago lo que Smokey Robinson es a Detroit, Steve Cropper a Memphis, o Dave Bartholomew y Allen Toussaint a Nueva Orleans. Es decir, gigantes entre los grandes, y de vital importancia en el desarrollo y evolución de la música.

En 1956 Wolf edita "Smokestack lightin'", ya con Sumlin metido de lleno en la banda y la participación ocasional de Willie Johnson tan importante en los primeros años de Wolf. "Smokestack lightin'" posee un único e hipnótico acorde que se repite hasta el final, y evoca la vida en las áridas tierras de Mississippi, cuando lo único que se podía hacer era sentarse en el campo y ver pasar los trenes de noche. El tema está acreditado al propio Wolf, pero está inspirado en una vieja canción de Charley Patton que ambos tocaban en 1930 ("Moon going down"). Sea como fuere, "Smokestack lightin'" se ha convertido en uno de los pilares del Blues eléctrico que ha sido tocado y vampirizado hasta la saciedad, en especial por los grupos de Rhythm and Blues británicos que irrumpieron con gran éxito a mediados de los 60, pero sin alcanzar jamás la cota de intensidad y misterio del original. "Smokestack lighting'" fue un gran éxito en el mercado de la "race music", y con el tiempo Wolf repitió la formula en otros temas de similar estructura como "Mr. Airplane man" (1959), "I asked for water" (1956) más ralentizada e hipnótica si cabe, o la pre-secuela "Moanin' at midnight" de 1951.

En esta época se editarían otros clásicos fulminantes como "Natchez Burnin'", "Sittin' on the top of the world", "Moaning for my baby" con Hubert Sumlin creciéndose cada vez más con la guitarra, o una tremenda "Howlin' for my darling" que canaliza los aullidos de animal en celo de Wolf, sumándose un saxo tenor de lo más tórrido. Todas son composiciones de Wolf, que aunque sin saber leer ni escribir, plasma sus vivencias y sentimientos en temas propios. En cuanto al analfabetismo de Wolf, hay que decir que siempre estuvo en continuo movimiento, abierto a aprender continuamente, acudiendo a la escuela con 50 años, perfeccionando su estilo de guitarra tomando clases de otra gente, e incluso más adelante, empezó estudios relacionados con economía. Wolf en sus inicios quizás fuera una persona iletrada, pero más importante aún, sabia de que iba la vida, siempre con los pies en la tierra y dispuesto a evolucionar y aprender.

Como se ha dicho antes, "Evil" marca el inicio de una ristra de memorables temas compuestos por Willie Dixon, que a partir de 1960 hasta 1963 van a formar prácticamente la totalidad de las grabaciones de Wolf. Escuchar hoy día estas canciones hacen que el corazón se acelere, las pupilas se dilaten, y tú cabeza explote. El estilo de Hubert Sumlin a estas alturas está perfectamente consolidado, su guitarra suena afilada como un cuchillo cortante, y escuece como un látigo golpeando tus sagradas partes. En definitiva Wolf sabe como piensa Sumlin, y viceversa, hay compenetración absoluta, y esto se traduce en una forma de tocar el Blues de una manera totalmente única e innovadora, y sin tan siquiera saberlo cambiarían la forma de entender el Blues, y de la música popular en general. Con estas grabaciones ya nada sería lo mismo.

Lo mejor de todo, es que el repertorio de este período clásico se puede localizar en cualquier parte. Incluso en una gasolinera de mala muerte te puedes encontrar una selección con lo mejor de este período a precio de saldo donde no pueden faltar "Wang Dang Doodle", "Spoonful" y "Back door man", todas de inusitada fuerza. Es imposible no rendirse a la electrizante fuerza de "Wang Dang Doodle", un zumbido con Wolf en trance y la banda despidiéndose del mundo como si fuera lo último por hacer. "Spoonful" realmente es la adaptación totalmente renovada de otro viejo tema de Charley Patton ("A spoonful blues"), donde pone sobre el tapete la temática de las drogas duras, y por cierto, la apabullante guitarra solista se dice que está doblada por el increíble Freddy King. "Back door man", es la pata del taburete que falta, de nuevo tremenbunda, con ese irresistible intercambio de notas de piano y acordes de guitarra que harían ruborizarse a cualquier musicólogo, y una letra totalmente genial sobre infidelidades, polis y asesinatos en primer grado.

A este período pertenecen también "Down in the botton" y "The red rooster", esta última de nuevo otra puesta al día de otro tema de Patton. "Down in the Bottom" posee un riff de guitarra supremo que te lanza directo a la juerga de la barra de algún bar, "The red rooster" es más pausada e hipnótica, pero también más incisiva y sexual, una joya sin adulterar que constituye una de las mejores interpretaciones de Wolf. Por cierto en estos dos temas el propio Wolf toca la guitarra Slide con aplomo y sabiduría. En cuanto a la faceta de guitarrista de Wolf, siempre ha estado ausente o en un discreto segundo plano, siendo conocida más la de armonicista, pero según decía el propio Willie Johnson, era un magnífico guitarrista que no necesitaba a nadie. Otras joyas del período Dixon son "Shake for me", "You'll be mine", "I ain't supertitious", "Tail dragger", "Three hundred pounds of joy", o las no menos incendiarias "Built for comfort" o "Do the do", está ultima menos conocida pero un favorito personal, por su título capicúa, por su indecente saxo, y por la personalidad que imprime Wolf en el tema.

A pesar de los sensacionales temas que Willie Dixon le proporciona a Wolf, este no está contento con la situación, y quiere volver a grabar sus propias composiciones. Por otro lado, la relación entre Dixon y Wolf queda lejos de la cordialidad, y a partir de 1964 Wolf desgraciadamente deja de grabar los temas de Willie Dixon. Otro hecho significativo en este 1964 es el de su boda con la que sería su segunda mujer, Lilly, que acompañará a Wolf hasta su muerte. Por si fuera poco, añadido a la estabilidad sentimental y a su mejor momento artístico, en 1964 Wolf viaja por primera vez a Inglaterra donde es recibido como un Dios. Son muchos los grupos y solistas que le rinden sus respetos (y han tocado sus canciones) : Rolling Stones, Eric Clapton, Beatles, Animals, Spencer Davis Group, y muchísimos más. Todos los halagos están muy bien, pero mientras que sus colegas del otro lado del Atlántico viven una acomodada vida de estrellas, Wolf tiene que dejarse la piel en cada concierto para ganarse la vida.

Como se dijo más arriba, la asociación entre Dixon y Wolf llega a su fin en favor de tocar sus propios temas. Si bien no son tan explosivos como los de Dixon, sigue manteniendo el nervio y la tensión. Además, como soporte a la labor única de Sumlin como guitarrista, en esta época aparece la figura de otro guitarrista clásico del Blues de Chicago, ni más ni menos que Buddy Guy. Juntos graban otro de los puntos álgidos en la carrera de Wolf, "Killing floor", otra joya al que el calificativo de obra maestra se le queda corto, la voz suena más segura que nunca, y el muro de guitarras golpea sin piedad con ese sonido nítido y cortante, y de fondo se acoplan unos saxos que añade consistencia a semejante barbaridad.

A mediados de los 60 Wolf anda ya por los 55 años, y como es ley de vida su salud se empieza a resentir, pero nada de esto afecta a su carrera profesional, y muy pocas veces tropieza con la mediocridad, siempre da el cien por cien, incluso cuando al final de sus días, con tres ataques al corazón a cuestas, y sus riñones dañados que hacen que tenga que recibir diálisis un día sí y otro no, y saltándose las órdenes de médicos sigue actuando y grabando hasta casi el día de su muerte. En 1966 por ejemplo, graba "Commit a crime", de nuevo absolutamente fantástica, otra vez los chispazos eléctricos de Sumlin saltan en la oscuridad, la voz de Wolf como siempre pletórica, sección de ritmo apabullante, un único acorde pero infinito universo de posibilidades. Más adelante en 1968, por una maniobra de los hermanos Chess de modernizar el sonido de Wolf, graba un álbum con pinceladas psicodélicas adaptado a la época hippie del momento. En su mayor parte son re interpretaciones de sus temas clásicos con efectos de distorsión del tipo Fuzztone o Wah-Wah's. Como resultado el propio Wolf reniega del disco desde el primer instante, literalmente se refiere al disco como "mierda de perro". La verdad que escuchándolo no es mal disco, pero es cierto que tanto efecto suena sobre cargado para las maneras sobrias de Wolf.

LLegamos a 1970 y en ese año Wolf sufre un accidente de automóvil que provoca que sus riñones se dañen todavía más, aún así ese mismo año vuela a Inglaterra para grabar las "London Sessions" con músicos de Rhythm and Blues británicos. Con la ayuda de Steve Winwood, Eric Clapton y algunos de los Rolling Stones, re graban algunos de sus temas clásicos, pero sin alcanzar el incendio que provocan los originales, de todos modos sigue siendo un disco de Howlin' Wolf con la garantía de calidad y diversión que supone.

Transcurren los años y a pesar de la precaria salud de Wolf, este sigue grabando y actuando como si nada, pero en 1976 tras complicaciones renales finalmente fallece. Tan solo un mes antes había ofrecido uno de sus memorables conciertos, como si tal cosa, pero incluso los más grandes tampoco salen vivos de este agujero. Ley de vida.

Algunas interpretaciones memorables del cancionero de Wolf:

Link Wray, "Hidden charms", el auténtico psicópata de la distorsión, pisándole los talones a Hubert Sumlin.
Q65, "Down in the bottom", versión acelerada que acerca el Rhythm and Blues al concepto Punk de los 70.
Dion, "Spoonful", el dios del Doo Wop neoyorkino lo estaba pasando mal con sus problemas con la heroína, y está versión habla por si sola. Larga vida a Dion DiMucci.
The Rolling Stones, "Little Red Rooster", como siempre geniales (bueno, casi siempre), y la slide de Brian Jones echa chispas.
Little Feat, "Forty Four Blues/How many more years", increíble homenaje de una de las bandas sureñas más conmovedoras de los 70.
The Rationals, "Smokestack lightin'", para muchos una banda menor, para mi increíbles. Larga vida a Scott Morgan.
The Gun Club, "Cool drink of water", está basada en "I asked for water", y forma parte de "Fire of love", todo un tratado sobre Blues rural, Punk, magia negra, muerte y pecado.
Eilen Jewell, "How Long", vale no es de Wolf y la dulce voz de esta chica se aleja totalmente del estilo, pero aquí hay más groove y Howlin' Wolf que en toda la discografía de Tom Waits.

De regalo un vídeo con Wolf actuando ante unos emocionados Rolling Stones allá por 1965 cuando eran unos jóvenes fanáticos del Blues.


viernes, 29 de julio de 2011

Howlin' Wolf, primera parte


Howlin' Wolf y Muddy Waters tienen en común varios puntos: ambos nacieron en Mississippi, tocaban, sentían y respiraban música Blues, y por supuesto fueron decisivos en el tránsito del Blues rural al urbano (con un acento más eléctrico) a finales de los años 40; pero sobre todo poseían una gran dignidad en una época difícil para los negros, que por motivos raciales casi todo lo tenían en su contra, pero no se plegaron ante nada ni nadie, fueron afortunados por hacer de la música su profesión, y aunque más adelante (hacia los 60) muchos grupos blancos se hicieron millonarios a su costa, Muddy, Wolf y tantos otros siguieron tocando hasta el final de sus días, en clubes y garitos, lejos de conseguir la acomodada posición de sus discípulos. Lástima que se les haya reconocido cómo es debido después de fallecer y no mucho antes.

En cuanto a su música, Muddy Waters sonaba elegante, desprendía clase en cada nota y estrofa que cantaba, y era, por así decirlo, más comedido y moderado en sus formas. En cambio Howlin' Wolf era como una olla a presión a punto de explotar, su estilo era sudoroso, sexual y violento, tan imponente como sus casi dos metros de estatura y 130 kilos de peso, pero por encima destacaba su aplastante voz gutural, áspera como una lija, llena de misterio y emoción al mismo tiempo. Pero empecemos desde el principio, Howlin' Wolf nació como Chester Arthur Burnette en 1910 en West Point, Mississippi. Desde muy joven le llaman Howlin' Wolf por el viejo cuento de Caperucita Roja y el lobo que le contaba su abuelo. Sin tiempo para ir a la escuela, el joven Wolf trabaja las áridas plantaciones a muy temprana edad, pero al poco tiempo se niega a hacerlo y provoca las iras de su madre, de estricta moral religiosa, y le echa de casa. Sin un lugar a donde ir, Wolf se traslada a casa de su tío, pero la cosa no mejora, es maltratado continuamente hasta que un día abandona el nuevo hogar; camina más de 70 millas hasta llegar a casa de su padre donde al fin encuentra cierta tranquilidad. La figura paterna tendrá gran importancia en el joven Wolf, entre otras cosas, cuando cumple 18 años le regala su primera guitarra.

Hacia 1930 ocurriría un hecho decisivo en la vida de Wolf, un día escucha el sonido seco de una guitarra, le gusta como suena y pregunta a su autor si le puede enseñar algunos trucos. El hombre en cuestión es Charley Patton, ni más ni menos que uno de los grandes nombres del Blues del período de entre-guerras. Patton, criado en la plantación de Dockery, con sangre Cherokee en sus venas, fue uno de los Bluesman más prolíficos y decisivos de la época. Entre 1929 y 1934 grabó gran variedad de temas, que han ido marcando a una generación tras otra, incluido Howlin' Wolf, del que siempre ha dicho ser su autor predilecto, del que hereda, o mejor dicho, aprende, su forma de cantar, así como el sentido del espectáculo, basado en un dinamismo poco frecuente en el Blues. Patton muere en 1934 a los 42 de un ataque al corazón, dejando únicamente una única y enigmática fotografía, pero sobre todo una impresionante ristra de temas, tan crudos como intensos, que a pesar de su desnudez no disminuye el impacto.

Wolf practica con la guitarra día y noche a la vez que se recorre con su maestro Charley Patton los Juke Joints de estados como Mississippi, Arkansas o Tennessee. Los Juke Joints eran antros de dudosa reputación donde los negros se reunían para jugar y divertirse, y el alcohol destilado ilegalmente corría a litros con todos los problemas que conlleva: peleas, navajas, pistolas y en ocasiones homicidios. En este ambiente Wolf dio sus primeros pasos en el mundo del Blues a la vez que alternaba el trabajo de campo. Otro encuentro decisivo fue con su cuñado Rice Miller, más conocido como Sonny Boy Williamson II, casado con su hermanastra. Sonny Boy fue un consumado e influyente armonicista, que enseñó a Wolf algunos trucos que le valieron para modelar su estilo a la armónica, y años después serían compañeros de sello en Chess records. También le influyeron mucho otros autores como Tommy Johnson, Blind Lemmon Jefferson, Lonnie Johnson, Son House, e incluso Jimmie Rodgers en su forma de cantar los "Yodels", que constituyen una modulación de la voz típica en la música Country y Bluegrass.

Hacia 1941 Wolf es enviado a Seattle para cumplir con sus obligaciones militares, pero finalmente en 1943, por suerte, le dan la carta de libertad a causa de su incapacidad para adaptarse a la vida castrense, aunque sus frecuentes crisis nerviosas también ayudan en su prematura licenciatura. Vuelve a casa y sigue alternando el trabajo en el campo con la música, actuando en los Juke Joints y Fish Fries. En 1948 forma su propia banda, y juntos se trasladan a West Memphis, Arkansas. El grupo poco a poco se gana una reputación en la ciudad por la pirotecnia y electricidad que lanzan en sus actuaciones; no obstante Howlin' Wolf se ha graduado en la escuela de Charley Patton y ha cogido tablas suficientes para impresionar a cualquiera que presencie sus actuaciones, y por si fuera poco, tiene un asombroso guitarrista que consigue sacar chispas de su guitarra, es ni más ni menos que Willie Johnson, pilar fundamental en la trayectoria de Wolf durante muchos años.

La fama de Wolf crece como la espuma, y es contratado en un programa de radio (KWEM) para interpretar sus temas, donde también coincide con su amigo BB King. Por otra parte, Ike Turner (establecido en St. Louis con su banda The Kings of Rhythm), que trabaja como cazatalentos para el sello de Los Angeles, RPM (propiedad de los hermanos Bihari), llega a West Memphis y presencia una actuación de Howlin' Wolf y su banda. Automáticamente son fichados por RPM para grabar un single, y lo hacen ni más ni menos que con Sam Philips, futuro propietario de la Sun Records, que definió el sonido de Rock and Roll clásico de los 50 gracias a sus seminales grabaciones con Elvis, Jerry Lee Lewis, Carl Perkins y muchos otros. Wolf y compañía viajan a Memphis donde Sam Philips tiene su modesto estudio de grabación, el Memphis Recording Service. Como resultado, entre 1951 y 1953, Wolf y su banda graban un puñado de temas que a la larga es de lo más incendiario que ha publicado Wolf en su amplia carrera, en parte gracias a la intensidad de Willie Johnson, que sin imaginárselo, aunque de forma muy indirecta, con su sonido de guitarra distorsionado y sus acordes sacados del Swing, ya estaba adelantando los cimientos de la música Garage y Punk que vendría muchos años después.

Paralelamente, Sam Philips en esta época, antes de fundar su propio sello Sun Records, además de trabajar con los hermanos Bihari, también lo hace con los hermanos Chess de Chicago, que tenían un sello discográfico llamado Aristocrat, al que rebautizan Chess Records. Esto hace que Sam Philips ofrezca las grabaciones de Wolf a las dos discográficas, tanto a RPM como a Chess, esto desemboca en litigios judiciales entre los dos sellos por los derechos de autor de Wolf. Finalmente, tras duras negociaciones, Wolf es cedido a la Chess en 1953, hecho que pone fin a la primera etapa de nuestro hombre, que es la desarrollada en Memphis junto a Sam Philips y Ike Turner, y según el propio Philips hablando de Wolf, es el autor más excitante con el que trabajaría, y para su desgracia ve como abandona Memphis para trasladarse al Down South de Chicago, donde los hermanos Chess tienen su propio estudio de grabación en el legendario número 2020 de la Avenida South Michigan. Algunos temas de este periodo son: "Ridin' in the moonlight", "How many more years", "Crying at the daybreak", "Howlin' Wolf Boogie" o "Mr. Highway man" por poner unos ejemplos. Todos ellos son escalofriantes ejercicios de Blues minimalista, algunos con apenas un par de notas que se repiten como un extraño mantra que libera el espíritu a base de electricidad, con una banda difícil de superar; se dice que en esa época, únicamente la banda de Muddy Waters (la clásica formación con Little Walter, Jimmy Rogers y Otis Spann) era la única que podía hacerle frente. Sea como fuere destaca por encima de todo la gutural y ronca voz de Howlin' Wolf, que hace de cada interpretación, una pieza única, directa e inflamable, como un pequeño incendio, siempre con la tensión de una cuerda apunto de romperse, o la vena del cuello apunto de reventar. Aún así, como se verá en la siguiente parte, lo mejor estaría aún por llegar.

"Howlin' Wolf Boogie" de 1951, siempre adelantado a su tiempo

martes, 19 de julio de 2011

Rockpile & Billy Bremner


Antes de presentar al bueno de Billy Bremner y Rockpile, conviene echar un vistazo al siguiente vídeo puesto a máximo volumen. Cuerpo y espíritu lo agradecerán.



Si no has sentido un estremecimiento, un retortijón de Rock and Roll en las tripas o un vuelco al corazón, quizás deberías hacértelo mirar, nada mejor para arreglarlo que una buena dosis de discos de Chuck Berry, Everly Brothers o Buddy Holly, pero empujados por la energía del mejor Pub-Rock, y a ser posible con una buena compañía y cerveza en abundancia.

A todo esto, el grupo del vídeo es Rockpile, grupo inglés al que todos los superlativos se quedan cortos, lo tenían todo: energía, actitud rockera, grandes canciones y tocaban como nadie sus instrumentos. Grabaron un único LP (sin contar los discos de Dave Edmunds y Nick Lowe donde colaboraron), ¡pero vaya LP!, todo un desinhibido tratado de como sentir y tocar Rock and Roll, pero con la sensibilidad Pop de los mejores maestros de los años 50 y el Mersey Beat de los 60. "Seconds of Pleasure" (así se llama su único trabajo) lo puedes regalar en bodas, bautizos y funerales, que siempre triunfarás. ¿Quién se puede resistir a temazos como "Heart", "A knife and fork" o "When i write a book"? Descubrir este disco, sencillamente, es como volver a nacer.

Rockpile hicieron feliz a su público entre 1976 y 1981, hasta que determinados factores pusieron punto final a su memorable existencia. Se dice que cuando el grupo actuaba o grababa como banda de acompañamiento para otros, todo iba como la seda, en cambio, cuando grabaron sus canciones, empezaron a salir a la superficie tensiones y rencillas que desembocaron en la posterior separación del grupo.

Rockpile lo formaron Dave Edmunds, tremendo guitarrista, excelente cantante y autor de algunos discos imborrables. Nick Lowe, bajista y mejor cantante, dueño de una discografía intachable, empezando por Brinsley Schwarz hasta llegar a la exquisita madurez actual, con discos incluso mejores que sus clásicos de los 70. Terry Williams, siempre en el segundo plano de la batería, fue el encargado de inyectar todo el nervio que el grupo necesitaba. Tiempo después los Dire Straits le secuestraron. Por último, aunque no menos importante, está Billy Bremner, guitarrista, cantante y versátil músico que ha trabajado para un montón de gente: Pretenders, Carlene Carter, Phil Everly, y muchos más. Cuando su ocupada agenda se lo permite, graba algunos discos a su nombre. El último hasta la fecha es "No ifs, buts, maybes" del 2007. Aunque no es un disco perfecto, posee por lo menos media docena de temas ampliamente disfrutables, entre los cuales, a mi parecer, hay dos que son auténticas maravillas: "Where we still call home" y sobre todo "I can't name them all".

La citada "I can't name them all" conecta inmediatamente con los irresistibles Rockpile, una canción que te atrapa gracias a su bonito riff inicial, posee un dinámico ritmo que te rodea sin escapatoria, para luego abrazarte y convencerte con ese demoledor estribillo y coros inolvidables, economizando los solos de la guitarra en favor del desarrollo completo de la canción. Casi cuatro minutos de pop clásico cortado por el patrón de delicioso Rock and Roll, que recupera como nadie el espíritu de Rockpile en su mejor época, aún sabiendo que todas sus épocas fueron buenas.



"You're like a good book you can't put down
you're like a five star movie in quadraphonic sound
like a classic car or a Harley D, like a number one record or a symphony
you're like a bouquet of roses smellin' so fine
you're like a young princess lookin' so devine
image Cinderella, the belle of the ball
you're like so many good things - I can't name them all"

martes, 12 de julio de 2011

Mavis Staples

Mavis Staples para mí es de las pocas leyendas que quedan en pie. Inició su carrera a principios de los 50 con Staple Singers, grupo familiar de padre y hermanas, con Mavis como voz solista. Inicialmente se limitaron a la música Gospel, pero desde principios de los 60 su encuentro con Martin Luther King fue decisivo, no solo en lo musical, los Staple Singers estuvieron comprometidos totalmente con el Movimiento por los Derechos Civiles, que trató de derribar las barreras segregacionistas empezando por las infames leyes de "Jim Crow", objetivo que consiguieron pero a un precio demasiado alto. "Represión" y "estupidez humana" destrozaron la vida de muchos hermanos y hermanas cuyo único delito fue haber nacido con otro color de piel. Por desgracia parece que aún no hemos aprendido la lección.

En la segunda mitad de los 60 dicho Movimiento por los Derechos Civiles estaba en pleno auge, y propicia que la estancia de los Staples Singers en Stax records esté plagada de grandes discos que les catapulta directamente al estrellato y éxito masivo. Posteriormente, tras la banca rota de la Stax a mediados de los 70, debido a la megalomanía de un ambicioso Al Bell, los Staples van de discográfica en discográfica, pero ya no es lo mismo. Atrás quedan los días de gloria del pasado y el grupo se separa finalmente a mediados de los 80.

Mavis, la pequeña de los Staples, continúa publicando discos en solitario, pero los años ochenta no son la mejor época para estilos como Soul, Blues o Gospel. A pesar de todo, Prince, por entonces una gran estrella, echa una mano a Mavis produciendo y editando en su discográfica un par de discos que pasan con más pena que gloria. En 1996 Mavis publica un disco de gospel y espirituales tributo a Mahalia Jackson, pero no es hasta el 2004 cuando comienza el resurgir de la artista, primero con "Have a little faith" (Alligator records), pero sobre todo "We'll never turn back" del 2007 la trae de nuevo a la actualidad musical. Es un soberbio disco conceptual sobre los Derechos Civiles, en una época convulsa donde se pisotean los derechos de un país entero como Irak, en una guerra ilegal contra el terrorismo. "We'll never turn back" lo produce Ry Cooder, y es una deliciosa colección de temas tradicionales en su mayoría, donde la voz de Mavis desprende emoción en cada instante, y no es que Mavis Staples reproduzca un estilo concreto de música de raíces, sencillamente habla a la perfección el lenguaje del Blues, Soul y Gospel con desbordante credibilidad.

En el 2008, aprovechando el tirón de gracia de Mavis, traducido en premios, reconocimientos, buenas críticas y un montón de actuaciones, sale a la luz un disco en directo de título "Live: hope at the Hideout". Lo que aquí se cuece nada tiene que ver con medianías ni con versiones descafeinadas de su cancionero, como muchas veces sucede en este tipo de discos. En "Hope at the Hideout" Mavis Staples juega en casa, en su Chicago natal, y triunfa por todo lo alto. Se nota que el público la quiere y la respeta, y eso hace que la cosa funcione desde el primer minuto, como un acto litúrgico lleno de alegría y belleza tocado con el dinamismo del mejor Rhythm and Blues, y propulsado por una banda en estado puro que comprende su música de manera excepcional. Tan solo un bajo, guitarra, batería, y coros ocasionales; una banda impresionante que respeta los silencios en los momentos más emocionales, y pisa fuerte cuando hay que rockear más duro, convirtiéndose en una infalible máquina de primitivo Rock and Roll. Mavis Staples disfruta cantando, y es capaz de transmitir esa sensación al oyente, parece no ser consciente de estar grabando un disco en directo, cuenta historias en un ambiente íntimo y relajado, se olvida de micrófonos para cantar a pelo, bromea, y en definitiva es capaz de crear una atmósfera llena de magia. Tal es así, que cuando termina el disco uno afirma aquello de "ojalá hubiera estado allí".

Afortunadamente dentro de muy poco la tendremos por España, y para mí es uno de los conciertos más esperados. No siempre se tiene la suerte de ver a una leyenda viva de la música popular, y encima si el recinto es de mediano aforo, lejos de la frialdad de pabellones, la cosa promete mucho más, y más cuando esta mujer de 72 años está en uno de sus mejores momentos artísticos.

El calendario de las fechas españolas lo podéis encontrar Aquí


martes, 5 de julio de 2011

Hoodoo Gurus

Continuando donde lo dejamos en la anterior entrada, Hoodoo Gurus son la evolución lógica de The Victims, aunque estos tiraban más hacia el Punk americano, cierto es que en sus temas ya se podía apreciar una fuerte carga melódica, corregida y aumentada en el siguiente proyecto de Dave Faulkner y compañía, Le Hoodoo Gurus, o simplemente Hoodoo Gurus a partir de 1981, fecha de publicación de su primer single.

Hoodoo Gurus son una banda a la que siempre he tenido gran respeto; hace muchos años un gran amigo me descubrió al grupo gracias a una canción incluida en una vieja cinta recopilatoria (que aún conservo con gran cariño). Desde la pletina sonaba un ritmo saltarín que recordaba el dulce balanceo de la Motown, e instantes después explotaba en un insistente estribillo que gritaba "I want you back", toda una declaración de principios Pop, mezclada con contundentes zarpazos de Garage Psicodélico y Hard Rock, que te recordaban que estabas vivo.

Desde entonces los discos de Hoodoo Gurus han formado una especie de referente en mi universo musical, y acudo a ellos de forma periódica, y aunque quizás no se puedan comparar a clásicos rompedores tipo "Pet Sounds", "Blonde on Blonde" o "Forever Changes", los discos de los Gurus, con sus aciertos y errores, son una auténtica delicia que inevitablemente atrapan tus sentidos a base de buenas canciones, y disco a disco han conseguido reafirmarse y hacerse con una voz propia, un memorable corta y pega de Cramps, Beatles, Flamin Groovies, Pretty Things, Bo Diddley, sus compatriotas Scientists, Big Star, y un sin fin de gigantes que gracias a ellos hacen este mundo más divertido.

Los Hoodoo Gurus con sus canciones nos dejan claro que se puede conciliar música para todos los públicos, de esa que gusta a casi todos y además vende, con una calidad incuestionable, pero sin perder la identidad artística. En el pasado ya lo consiguieron los Beatles o Fats Domino, por poner dos ejemplos de incalculable valor musical y social, y en la actualidad pienso en la deliciosa última película de Woody Allen, que podría estar en coordenadas similares pero trasladadas al cine.

Con el paso del tiempo a los Hoodoo Gurus nos les ha ido nada mal. Aunque creo que merecen mucho más éxito, han sido reconocidos en su país de origen (Australia) con premios, éxitos moderados, actuaciones multitudinarias, e incluso han arrimado el hocico de la fama a Estados Unidos, Inglaterra o Brasil. De todas formas gracias a ese discreto éxito aún se les puede ver por aquí en salas de mediano aforo, como por ejemplo el año pasado en el escenario de un pueblecito de Cantabria donde ofrecieron un concierto inolvidable, con un Brad Shepherd pletórico y recién recuperado de un cáncer.

Los Gurus a lo largo de 30 años han ido creciendo y haciéndose con una discografía intachable. Si bien unas veces han estado más atinados que otras, recapitulando algunos de sus trabajos, no tienen disco malo, y en cada uno asoman perlas de Pop de toda la vida, unas veces más suaves, otras más rockeras; prueban distintos estilos y géneros, da igual Psicodelia, Garage, Punk, Rhythm and Blues, Country o una de esas canciones Pop que hacen escapar lagrimones, siempre llevan la canción a su terreno con incuestionable solvencia, y lo mejor de todo es que aún siguen en activo sin bajar la guardia y son capaces de ofrecernos sus brillantes canciones, esperemos que por mucho tiempo.

Espero que disfrutéis "Waking up tired", además siempre me ha hecho mucha gracia este vídeo

viernes, 25 de marzo de 2011

The Victims, "Television Addict"

The Victims fueron una efímera banda de Perth, Australia, que operaron entre 1977 y 1979, en pleno huracán del movimiento Punk y por extensión del Rock and Roll australiano, formado por numerosas bandas con una forma de entender la música tan peculiar como acertada, siempre con ese lenguaje sónico que les sitúa en la frontera del Detroit Rock y el Punk de Nueva York, sin olvidarse de las melodías de los añorados 60 en su vertiente más cruda y garajera.

The Victims nacieron de las cenizas de un grupo llamado The Geeks, donde tocaban James Baker y Rudof V. Mención aparte merece James Baker, batería poseído por los demonios del Punk y Garage, que formó parte en la génesis de grupos como The Scientists, The Hoodoo Gurus o The Beasts of Bourbon, todos de gran calado en este blog. El tercer miembro en discordia es Dave Faulkner, quizás no muy conocido por el nombre, pero si hablamos de los antes citados Hoodoo Gurus quizás suene algo más. Por cierto, da gusto ver que los Gurus gozan de buena salud, aún capaces de publicar excelentes discos y ofrecer intensos conciertos.

En su momento The Victims grabaron unicamente tres singles hijos de su tiempo, con sabor a Sex Pistols, Modern Lovers, Ramones o Heartbreakers. Con apenas 20 años, sus limitaciones técnicas las suplían con entusiasmo, agallas y energía, pero sobre todo con excelentes temas que aún siguen sonando en las catacumbas del Underground australiano. "Television Addict" es su tema más conocido gracias a versiones que han hecho grupos como Hellacopters o los japoneses Teengenerate, pero sobre todo en el año 2002 fue incluido en el recopilatorio "Do the Pop!", mayúsculo doble CD que recoge lo mejor del período australiano 76 - 87.

"Television Addict" no se anda con florituras, va directo al grano, desde el primer segundo suenan las guitarras fuertes, insistentes y cercanas, como una potente descarga que penetra en el organismo pero te hace sentir bien, con esa voz descarada y expresiva, vocalizando cada frase sin pelos en la lengua, como si mañana se acabase el mundo.

"Leí las noticia el otro día
Sobre un niño que tiró
Salió y disparó a alguien
Al igual que en la serie Kojak
"

El sonido es perfecto, amateur, como una herida en carne viva, de intensa y adictiva fuerza bruta, que esta vez no habla de amor, ni de cambiar el mundo, habla del día a día, con toda esa violencia que se cuela en los hogares a través de los rayos catódicos de la televisión, que nos promete evasión y diversión a raudales, pero lo único que ofrece son estúpidos debates y "talk shows" con vocación para sacar las entrañas de todo el que se ponga a tiro y generar agresividad.

"Los abogados dijeron que el chico estaba enfermo
Culparon a la calificación de su delito
Dijeron que mucho sexo y demasiada violencia
La caja tonta echó a perder su mente tonta
"

Suenan los insistentes coros: "Adicto a la televisión, adicto a la televisión, adicto a la televisión ...", la canción transcurre inmutable, nerviosa y cortante como una cuchilla; forjada del mejor material del que está hecho el auténtico Rock and Roll: palpitante batería, urgente y venenoso "riff" de guitarra y una excelente letra tan vigente en 1978 (fecha de edición del tema) como en el presente 2011.

"Tú y yo pasamos nuestro tiempo
En frente de esta ventana al mundo
El hecho de estar viendo a Dinah Shore
No significa que necesite una operación de cirugía
No significa que mi mente se haya invertido
No significa nada
"

Aunque en el fondo la culpa de nuestras miserias no es de la tele, ni de los bancos, ni de los gobiernos, sino de nosotros mismos, habitantes de un mundo cada vez más enfermo que va demasiado deprisa, en una carrera humana donde todo vale, cada uno quiere llegar el primero para conseguir éxito, dinero y posición, sin importar pisar al débil, y en el medio la televisión, sedante de manipulación colectiva para calmar el vacío interior.

The Victims se separaron en 1979 para abrir la puerta a proyectos más importantes por parte de sus integrantes, pero este "Television Addict" quedará para la posteridad.

jueves, 17 de marzo de 2011

Poptopia

Desde que The Who a mediados de los 60 acuñaran el término "Power-Pop" de forma inocente para describir su manera de entender la música, hasta llegar a la actualidad, el género ha evolucionado hasta ser asimilado como un estilo con carácter propio, un arma de doble filo que corre el riesgo de quedar atrapado en una rígido corsé anodino y estéril. Nos encanta poner etiquetas a todo, embotellar la música en su recipiente correcto, clasificar cada disco en el apartado adecuado. Estilos y subestilos son solo palabras que se lleva el viento, el incombustible Rock and Roll va mucho más allá, vuela libre y cada uno de sus eslabones encadena su propia historia de melodía, y arroja chispazos incandescentes llenos de urgencia juvenil que moldean la canción.

Los Beatles cuando empezaron fueron continuadores de la tradición iniciada por Buddy Holly, irrepetible chico bueno del Rock and Roll, algún año después surgirían los Who, mucho más agresivos y "negroides", pero también con un instinto innato para dar con emocionantes melodías. Pronto la lista de memorables grupos en los 60 sería inabarcable: Byrds, Easybeats, Hollies, Zombies, y por qué no, también nuestros maravillosos Brincos, son una pequeña muestra. La magia se acabaría pronto. A finales de los 60, los singles de tres minutos pasarían a quedar como nostálgicos objetos de colección, y ocuparían su lugar los LPs de grupos que tocaban con gran pericia sus canciones de 10 minutos, y se hacían llamar sinfónicos, mucho más serios, inaccesibles y distantes que sus mayores.

El incipiente Power-Pop de principios de los 70, al igual que el Glam y el Proto-Punk, surgió como una alternativa al Rock sinfónico de Yes, Genesis o King Crimson, pero a diferencia de las hordas Glam, los nuevos grupos de Pop no lucían tan emperifollados ni provocadoramente suburbiales, su estética era elegante y sobre todo reivindicaban a los grandes grupos de Pop de los 60 antes citados, pero no de un modo revisionista, el influjo de grupos como los Who claramente estaba presente, pero sus canciones tenían personalidad propia, como un hermoso monstruo de Frankestein hecho de las ricas piezas de la música popular: Country, Folk, Blues, Soul o Rock and Roll.

En 1997 Rhino Records editó un CD que recopilaba lo más notable de la escena Power-Pop desde 1972 a 1979, es decir el periodo glorioso del género, y una excusa para dignificar los excesivos años 70 gracias a las presentes canciones inmunes al paso del tiempo. Como diría Bob Dylan "jóvenes para siempre". El CD citado se llama "Poptopia! (Power Pop classics of the '70s)", y con el tiempo sacarían otros dos volúmenes (de los 80 y 90 respectivamente), pero sin duda este primero es la madre del cordero, prácticamente de adquisición obligatoria si quieres disfrutar de enérgicas melodías pluscuamperfectas. Aquí se puede decir eso de "son todos los que están" aunque no "estén todos los que son", lógicamente una hora da para poco y tiene sus limitaciones.

The Raspberries fueron de los precursores del género con Eric Carmen a la cabeza, procedían de la rasposa Cleveland y entre 1972 y 1974 sacaron cuatro seminales LPs. "Go all the way" es uno de sus grandes temas, enérgica, sensible, inocente y directa. Todd Rundgren es el genio en la sombra, ideólogo y gurú de la canción Pop, mago del estudio de grabación, sus LPs desde los tiempos de The Nazz siguen siendo tesoros a descubrir (suena "Couldn't I just tell you"). La trayectoria del recientemente fallecido Alex Chilton es extraña como pocas, en los 60 con los Box Tops empezó haciendo Pop-Soul, su enorme chorro de voz se lo podía permitir, y más adelante a principios de los 70 forma Big Star, "ABC" de la música Pop, en su día incomprendidos, pero hoy justamente reconocidos. "September gurls" es tan bella como nostálgica, y grupos actuales como los grandísimos Teenage Fanclub les deben mucho.

Badfinger fue un grupo británico apadrinado por el mismísimo Beatle Paul McCartney, su historia fue muy complicada. Tenían todo el talento, grandes discos, pero problemas personales y managers sin escrúpulos les condujeron a un callejón sin salida. De mis favoritos, les conocí gracias a un grupo madrileño llamado Vancouvers que hacían versiones de sus temas, e incluso el mejor disco de Young Fresh Fellows ("Electric Bird Diggest") se lo dedicaban a ellos. El grupo maldito más bello (suena "Just a chance"). Pese a todo, en la vida hay grandes placeres, y uno de ellos se llama Flamin' Groovies, auténtica pasión para el que escribe, prototipo de banda ideal. Sus dos periodos clásicos son maravillosos, hasta 1972 con Roy Loney son una debilidad personal, pero su siguiente etapa Pop es toda una delicia, lástima que la admiración a sus iconos (Beatles, Byrds, Chuck Berry...) redundara en demasiadas versiones y menos originales, cuando muchas veces los temas propios superaban a los ajenos. Suena "Shake some action", y cuando muera quiero que suene en mi funeral o donde sea.

Pezband se movieron por Chicago hacia 1977, en la época dorada del imperdible, publicaron "Baby it's cold outside", auténtica maravilla que no debería faltar en cualquier cassette de "Rock and Roll romántico" que se precie, aquél que grabas a un amigo o a una chica para decirle lo que no puedes con palabras. Escuchando esta canción de nuevo sigo sin comprender por qué la música comercial no va en esa dirección. The Rubinoos en 1978 crearon un hit en potencia, de esos para bailar hasta el amanecer con las cervezas en alto al ritmo de "I wanna be your boyfriend", un magistral guiño a los Ramones y al "Get off my cloud" de los Rolling.

Desde mi punto de vista, sin Nick Lowe la música Pop quedaría huérfana, y no incluir un tema suyo sería punto menos que delito. "Cruel to be kind" por mucho que suene uno nunca se cansa. Una maravilla grabada junto a los imprescindibles Rockpile (otros favoritos) que llegaron a grabar un LP tan bonito como imprescindible ("Seconds of Pleasure"), pero por lo visto cuando no trabajaban en proyectos de sus miembros en solitario (Dave Edmunds y el propio Nick Lowe) las fricciones salían a relucir y la cosa no terminó del todo bien. Nick Lowe en la actualidad sigue tocando y publicando discos maravillosos, igual o mejores que los clásicos de los 70. Sencillamente el más grande.

Paul Collins puede estar orgulloso, en 1979 junto con su banda The Beat, publicó uno de los discos más excitantes de la época, canciones que llevaban marcada la melodía a fuego en sus surcos, sin una sola mala y todas claras candidatas a singles. "Rock and Roll girl" fue la más popular, pero se podría elegir cualquiera al azar y dar en la diana. En un mundo justo Paul estaría viviendo en el acomodado olimpo del Rock and Roll, pero en su lugar sigue grabando y ofreciendo sudorosos conciertos como solo él sabe hacerlo.

Por último, me gustaría recordar a los The Crépitos, un grupo de León que durante los 90 predicó en el desierto. Entre tanta música indie-pop eran prácticamente los únicos, un auténtico soplo de aire fresco, que tan pronto tocaban temas de Flamin' Groovies o Tom Pety, como reivindicaban a los Sex Pistols o Deep Purple, pero sobre todo componían canciones tan bonitas como "3 o'clock".

viernes, 25 de febrero de 2011

Guadalupe Plata

Echando la vista atrás en este blog, casi todos los ilustres protagonistas, o bien están muertos o son viejas glorias a punto de cumplir su "último telediario". He de decir en su defensa, que ni el tiempo ni los cambios erosionarán su esencia, una milagrosa razón para creer en una música inmortal gracias a su grandioso legado pasado, pero también a un presente preservado por un número de buenas bandas que aportan su pequeño grano de arena en la escala evolutiva de esta música.

Gudalupe Plata son un claro ejemplo de clasicismo bien entendido. Tocan primigenio Blues rural, aquel que tocaban Charlie Patton y Skip James en los lejanos años 20, o más adelante Elmore James y Hound Dog Taylor deslizando psicóticos acordes por su guitarra Slide, sin olvidarse de los demoniacos exorcismos del más insano Garage-Blues de los Gories y Billy Childish, en un Boogie eterno que escupe esputos de John Lee Hooker, sin olvidarse de la invasión británica de grupos como Yardbirds.

Esto no es el sur profundo de USA, ni estamos en el Delta del Mississippi. Guadalupe Plata vienen de Andalucía, más concretamente de Úbeda, Jaén, tierra de olivos orientada hacia el valle del Guadalquivir, y adoptan el Blues como su lenguaje de expresión natural. No hay nada forzado en ello, el Blues fluye por su sangre con la misma naturalidad con que tocan sus instrumentos. La cosa es simple, tan solo una batería, una guitarra de semicaja, y un palo clavado a un barreño que hace las funciones de bajo. Parece simple pero no lo es, detrás de esa aparente sencillez hay muchos ensayos y sobre todo amor hacia una música que mucha gente creía muerta. Nada más lejos de la realidad, Guadalupe Plata llenan las salas de conciertos allá donde van, y gustan a un grupo de gente cada vez más amplio. Algo está cambiando y eso está bien.

Guadalupe Plata tienen un par de discos: un mini LP de 10 pulgadas, y un reciente LP que todavía no ha sido materializado en soporte físico, aunque se puede descargar en su web (al igual que el 10''). Las canciones siguen la iconografía de lo absurdo, grotesco e incluso apocalíptico, como tomarte la última copa en un tanatorio, buscar refugio en un prostíbulo de mala muerte, o convivir con la comunidad "Freak" de un bar de estación, todo inundado por un oscuro y malsano sentido del humor, en la más pura tradición de la Catrina, símbolo mexicano que representa la muerte de manera satírica con sus dosis de superstición y misticismo. Casualmente el inventor de la Catrina fue José Guadalupe Posada.

El citado primer 10'' pulgadas se compone de seis tremendas canciones, toda una declaración de principios demoniacos, "seis" según la biblia es el número más imperfecto, el número del Diablo. Por eso, no podía ser de otra forma que el disco empiece por "I'd Rather be a Devil", retorcida elegía inundada por un eco sobrenatural, primigenio y arcaico, pero también insano y eléctrico. "Satan la tenía guardada y la fundió en plata", reza la estupenda contraportada del disco, mientras una mujer nos muestra las seis canciones escritas en lápida. Unos cantos tribales introducen el siguiente tema, "En este cementerio", sólido latigazo que no oculta el peso de Elmore James, con frases cargadas de directo doble significado ("Nena nena nena nena sácame a bailar, que tengo los huesos tiesos, ya no lo puedo aguantar"). "Baby me vuelves loco" arranca con un grito desesperado, es un lascivo Boogie conducido por un mugriento Saxo en choque frontal con la distorsionada guitarra de Perico. "500 mujeres encima de un coco, 500 perros, 500 monos" así abre la hipnótica "500 Mujeres", una barbaridad llena de surrealistas referencias, poderosa y pantanosa, saturada con desfiguradas y precisas muecas de guitarra Slide. "Jesus está llorando" regurgita toda la fuerza de los Yardbirds, con el ideólogo de la guitarra eléctrica Jeff Beck al frente, en un acerado lamento cargado de bilis. El disco termina con la alucinada "Oh my wai", chatarrero invocación a un Billy Childish trasladado al pasado entre cantos Espirituales y campos de algodón.

"Tú familia no te olvida", así dice el texto de la portada, críptico epitafio para un grupo que crece en cada concierto y en cada escucha, que esperemos nos sigan proporcionando buenos momentos por muchos años. De momento si aún no los habéis escuchado, aquí en su web, podéis descargaros gratis sus fascinantes canciones. Buen provecho.

Grandioso video

viernes, 18 de febrero de 2011

The Dream Syndicate, "The Days of Wine and Roses"

De acuerdo con la perspectiva del tiempo, los años 80 no fueron tan malos, ni tampoco los 90, incluso el nuevo milenio nos sigue trayendo grandes grupos, nuevos talentos que alimentan esta música con buenas canciones, ajenos a una industria cada vez más globalizada y pre-fabricada. En este contexto, parte de la escena musical de los años 80 estaba dominada por asépticos sintetizadores, y canciones huecas de usar y tirar destinadas a un público masivo. Paralelamente en Los Angeles, California, varios grupos independientes crearon el "Paisley Underground", etiqueta que englobaba a un montón de bandas que reivindicaban los años 60 como eje central, con sus diversos estilos, desde Country y Garage, hasta Pop y Psicodelia, en respuesta al atronador ruido que montaban las bandas de Punk y Hardcore de la zona de Los Angeles.

The Dream Syndicate estuvieron en el núcleo del meollo de ese "Paisley Underground", pero etiquetas aparte, desde el principio siguieron su camino, desmarcándose de la senda del resto para elaborar un sonido único que el tiempo ha mantenido fresco. Su trayectoria fue excelente, incluso al final de su carrera en 1989, publicaron un directo esencial ("Live at Raji's"), apabullante legado que cierra el círculo del mejor Rock and Roll de los 80. No obstante, desde mi punto de vista es su primer LP el que conserva toda relevancia y magia de los días pasados. "Los Días de Vino y Rosas" están aquí para quedarse.

Los inicios de Dream Syndicate son intensos y rápidos como pocos. Nacen en 1981 y toman su nombre de un viejo disco de Tony Conrad, influyente figura de estilo Avant Garde, algo así como un movimiento de vanguardia, y tras solo un mes graban su primer EP con cuatro desbocadas canciones. Las claves de su música están claras, Lou Reed y The Velvet Underground caminan a su libre albedrío. Portentosas referencias para una de las mejores conjunciones astrales materializada en banda de Rock and Roll. Steve Wynn, Karl Precoda, Kendra Smith y Dennis Duck, son unidad, son empatía, pero ante todo son pasión a mil años luz de casi todo lo que se cocía en la época.

Aparte de la evidente influencia de la Velvet Underground, las relaciones con esta banda no terminan ahí; al igual que Lou Reed y los suyos, son grandes admiradores del Dylan más eléctrico, pero también conectan con contemporáneos suyos como Television, Pere Ubu o The Fall, todos ellos también con vanguardistas lazos "velvetianos". Pero Dream Syndicate eran mucho más grandes que unos meros imitadores de la Velvet, en su primera época eran impredecibles, tan pronto tocaban de manera vanguardista e improvisada, como se transfiguraban en una sólida banda de Rock and Roll con las mejores maneras de Creedence Clearwater Revival.

En 1982 graban su primer LP, "The Days of Wine and Roses", un disco de inagotables matices que te atrapa y roba los sentidos, una experiencia sónica áspera como la lija, pero también con pasajes llenos de belleza, como si de una dualidad cielo-infierno se tratara, en el fondo no tan alejados entre sí. Toda una lección de lo que pueden hacer cuatro músicos con tan solo dos guitarras, bajo y batería. Guitarras que alargan el minutaje de la canción, pero no para dar salida a un virtuosismo (que no lo hay), sino para crear una atmósfera que empieza y acaba en la propia canción, unas guitarras que se entrelazan con maestría, secuencias de ritmos e inquietante Feedback a cargo de un Karl Precoda sensacional, y todo, claro está, con una actitud muy Punk repleta de frescura y espontaneidad, causa de la buena salud atemporal de este trabajo.

¿Y que hay de las canciones? No hay una sola mediocre, no hay momento malo, ni sobra ni falta nada. "Tell me when it's over" es una gran canción Pop con potente estribillo, poderosos juegos de guitarras y una cáustica letra. "Definitely clean" es un Rockabilly asesino, frenética, brillante, no exenta de melodía, y una guitarra acústica propia de un Hank Williams en anfetamina. "That's what you always say" comienza con el bajo poniendo orden, hasta que el muro de guitarras pasado por Fuzz rompe la tranquilidad, en llamamiento a la tierra de los sucios garajes. "Then she remembers" suena frenética, rítmica, salvaje, con un Steve Wynn fuera de si, mientras Precoda prende fuego con su notas disonantes. "Halloween" suaviza los ánimos, pero sin dejar de aplicar las hirientes guitarras en el sufrido oyente, una de sus mejores canciones que a buen seguro ha creado escuela en muchas bandas "Indies" de los 90, y como no, los solos de Precoda un homenaje continuo a la Velvet.

La otra cara del disco comienza con "When you smile", dolorosa perla, pausada, que repta hacia las entrañas, con chirriantes malabares de acoples y distorsión, e imponente riff que electrifica hasta el último pelo de la piel. "Until lately" pone sobre el tapete las influencias Blues de la banda, empieza pausada, pero paulatinamente el ritmo crece hasta desembocar en los desquiciados gritos de Steve Wynn. "Too little, too late" es el único remanso de paz; Kendra Smith se transforma en Nico por unos minutos, llevándonos de la mano por la Factory de Warhol, mientras suena una hermosa guitarra "Slide". El cataclismo final llega con "The days of wine and roses", un grito desesperado y temerario, conducida por monolítica batería, un "Freak Out" improvisado en clave de salvaje Psychobilly, con una inquietante distorsión que pone a Dream Syndicate en la liga de Gun Club (por algo les produce el disco Chris D).

Tras grabar "The Days of Wine and Roses", Dream Syndicate se embarcaron en una dura gira de invierno. Varios meses conviviendo en una furgoneta en circunstancias adversas, con bajísimas temperaturas, no contribuyeron a una armonía de convivencia entre los miembros del grupo. Primero abandona Kendra Smith y tiempo después Karl Precoda salta del barco, con lo que la indisoluble unidad se ve quebrantada y nada vuelve a ser los mismo. Continúan sacando buenos discos, pero en mi opinión, ni de lejos tan buenos como este "The Days of Wine and Roses".

La bella "Halloween" y su frase inmortal: "no creas las cosas que ves en la TV"

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