En 1962 un joven Bob Dylan debutaba a lo grande convirtiéndose sin pretenderlo en portavoz generacional. Unos pocos años atrás tomó la decisión de dar a su música un tono más "adulto", que sus letras tuvieran otro significado más allá de "chico busca a chica", o de "pasar un buen rato", y no es que rechazara a los clásicos del Rock and Roll, todo lo contrario, Bob Dylan admiraba a Little Richard o Chuck Berry, simplemente quiso dar un paso más allá, a partir de la música de raíces construyó su propio universo y disco a disco fue evolucionando, y con los años cambió el curso de la música popular.
Antes de Dylan y de que el Rock and Roll se hiciera mayor, en Estados Unidos entre 1954 y 1963, más o menos hasta la invasión británica, la escena comercial estaba dominada por canciones de autores de un solo éxito, que con la misma rapidez que ascendían a las listas desaparecían. Rhythm and Blues, Doo Wop, baladas, imitadores de Elvis, cantantes melódicos, instrumentales e incluso proto Garage eran algunos de los estilos dominantes de la época. Eran canciones editadas en su mayoría por pequeños sellos independientes destinadas al consumo juvenil, para bailar en las fiestas, para divertirse, y en definitiva evadirse de los problemas diarios. A pesar de la falta de pretensión artística, muchos de estos temas escuchados en la actualidad siguen conservando toda su energía e inocencia. Quizás el secreto esté en su inagotable sencillez y ausencia de artificio.
Hace unos años, desde 1991 para ser exactos, el sello británico Ace Records publicó diez CD's recopilatorios titulados "The Golden Age of American Rock and Roll", que hacen un barrido del período americano 1954-1963, dominado por los "artistas de un solo éxito" de una manera admirable, recuperando algún tema muy conocido, pero sobre todo rescatando un montón de canciones perdidas en el tiempo, algunas de las cuales podrían calificarse como auténticas joyas atemporales de la música Pop en toda su extensión. A pesar de todo, el común denominador de esta tremenda colección de discos compactos es que en su día todas la canciones incluidas alcanzaron algún puesto en las listas de éxitos americanas y/o británicas. Sin duda eran buenos tiempos para la música, en una época donde las palabras "calidad" y "ventas" no estaban reñidas.
"Life's too short" de The Lafayettes quizás sea una de mis canciones favoritas de este período. Es un tema de 1962 que en su día alcanzó un digno puesto 87 en las listas de éxitos americanas. Del grupo poco se sabe, tan solo sacaron dos singles y al poco desaparecieron, quizás debido al asesinato de su bajista en 1963. En 1988 la divertida película "Hairspray" del irreverente John Waters, recuperó el tema para su banda sonora dándolo a conocer al público de una forma más amplia. La historia de The Lafayettes es la de un grupo inconcluso, que aunque no tuvieron tiempo de desarrollarse artísticamente, este "Life's too short" les elevó a los altares del pop más exquisito. Todas la piezas encajan perfectamente: producción, arreglos, voces, instrumentación (la percusión roza la perfección) y sobre todo una interpretación sobrecogedora y apasionada, que convierte una letra de lo más tópica en pura poesía de Rock and Roll. "Life's too short" tampoco encaja en un estilo concreto, tiene mucho de Pop y de Doo Wop, pero también un potente y delicado sabor a Soul.
Volviendo a Bob Dylan y a su forma de entender la música, aunque sus canciones no encajan en el patrón Pop de 2 minutos, no hay nada que echarle en cara, al fin y al cabo con sus excelentes últimos trabajos ha vuelto a la desnudez de las raíces del Rock and Roll, ejerce como especial DJ invitado en un programa radiofónico en el que pincha muchas de estas antiguas canciones, y sobre todo en una ocasión dijo de Smokey Robinson, compositor e intérprete conocido por sus éxitos en Motown, que era "El poeta vivo más grande de Estados Unidos".
"Life's too short" no de deja indiferente:
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