martes, 29 de diciembre de 2009

John Paul Keith, "Spills and Thrills"

Se acaba el año y es tiempo de hacer listas de discos favoritos. Personalmente no compro demasiadas novedades y tiro más de reediciones (¡fantásticas las de Chuck Berry, Buddy Holly, Mudhoney, Damned o Beasts of Bourbon!) y abundante material usado. Aún así siempre caen algunas novedades; son pocas pero intensas, y de elegir un disco del año sería sin duda el debut de John Paul Keith and The One Four Fives, "Spills and thrills", ya no por la originalidad de la propuesta, ni por su actitud enrollada, sino por lo contrario, al pinchar el disco la magia se repite una y otra vez, el mismo cosquilleo que se siente al escuchar un gran disco, algo así como asistir a una fiesta con Chuck Berry, Booker T, Gram Parsons, Dave Edmunds o John Lee Hooker como invitados especiales.

Haciendo un poco de historia, John Paul Keith creció en Knoxville, Tennessee al ritmo de viejos LP's de Chuck Berry, Jerry Lee Lewis o Doug Sham. En 1994 formó parte de los V-Roys, un grupo de country-rock protegido por el mismísimo Steve Earle. En 1997 John Paul se mueve a Nashville para formar The Nevers, otra banda que obtiene muy buenas críticas. En 1999 The Nevers se separan y Keith forma junto a Ryan Adams, The Pink Hearts, uno de los múltiples proyectos paralelos del niño terrible Adams. En el 2001 se une a Stateside grabando dos álbumes, de nuevo con excelentes críticas. En el 2005 John Paul deja Stateside y emprende una nueva aventura, se mueve a Memphis, o lo que es lo mismo, una de las cunas del primigenio Rock and Roll, pero también hogar de clásicos modernos como Jack Yarber (Oblivians) o Harlan T. Bobo, con los que toca a menudo por los garitos de la ciudad.

Curiosamente, a pesar de que Keith tiene una trayectoria musical de vértigo, no es hasta este 2009 cuando se decide a publicar su primer disco en solitario con la ayuda de The One Four Fives, o lo que es igual, una de las secciones rítmicas más prestigiosas de la ciudad, con todos sus miembros curtidos en mil batallas. "Spills and Thrills" es como se llama el disco, y dentro de su carpeta a lunares negros y azules, con John Paul Keith y su flamante Telecaster en primer plano, se esconde tímidamente un trozo de plástico negro circular, un objeto inanimado que cobra vida propia al pincharlo en el tocadiscos, y te atrapa a la primera escucha. John Paul es un encantador y entusiasta del Rock and Roll, que hace realidad aquello que decía Lou Reed en 1970 ("A pesar de todas las amputaciones podías bailar con una emisora de Rock and Roll"). No inventa nada nuevo, ni lo pretende, pero tiene el don de apropiarse de estilos clásicos como Rhythm and Blues, Country, Soul, Pop y lo que se le ponga por delante. El disco está grabado en directo en el estudio, como debe ser, y aunque suena con fuerza no te taladra los tímpanos. El mágico esquema de dos guitarras, bajo, batería y órgano se repite, pero también incorpora algún precioso arreglo de Pedal Steel en los temas más country.

Las doce canciones de "Spills and Thrills" no tienen desperdicio. Suena "Lookin' for a thrill" y sin duda Dave Edmunds y Nick Lowe te guiñarían el ojo puesto en el pop de toda la vida. "Pure cane Sugar" es un nervioso Rock and Roll donde riffs de guitarra juguetean con un piano escuela Jerry Lee Lewis. "Secondhand heart" resucita el espíritu de la Sun Records con ese aire entre Country y Doo Wop. "She'll dance to anything" esta hecha para bailar hasta que salga el sol y tus tobillos no aguanten más; me encanta ese beat de batería con cierto toque latino que trae a la memoria la clásica "Watch your step", y enorme el solo que se marca John Paul. En "Cookie bones" la banda no disimula su admiración hacia Booker T. and the MGs, que como no podía ser de otra forma, el teclista Al Gamble se lleva el gato al agua, y para cerrar la primera cara del disco, "Let's get gone" es un Boogie que levantaría al mismo John Lee Hooker de la tumba.

Al dar la vuelta a "Spills and Thrills" uno se pregunta si el nivel se mantendrá. Las dudas se disipan cuando suena "Smoke in a bottle" que inmediatamente trae a la cabeza a los primeros Flamin' Groovies, aquellos que nos hicieron vibrar con el maravilloso "Supersnazz". Más pedal Steel y más country con "Otherwise", toda una delicia interpretada a la manera del sonido Nashville con una fuerte sensibilidad pop que es bienvenida. Los corazones rotos también están invitados a esta fiesta, y a continuación suena una preciosa balada llamada "Rock and Roll break your heart" que literalmente pone los pelos de punta. "If i were you" es lo más enérgico del lote, puro Pop, puro Reigning Sound, puro beat, puro optimismo; sencillamente una canción perfecta. Suena el rasgueo de una guitarra, canta John Paul y al poco entra toda la banda en su plenitud con "Too hip", un gran tema Rhythm and Blues hecho para bailar, beber y amar sin importar el orden. Esto se acaba, pero todavía no te quites los "zapatos de gamuza azul" y déjate llevar por ese "Doin' the devil's work" que renueva el lado más festivo del Rock and Roll, que nunca debería perder.

Después de este gran trabajo, solo pido un deseo a los reyes magos, encabezados por Chuck Berry: Que John Paul Keith y el resto de la banda se dejen caer por tierras españolas.

sábado, 7 de noviembre de 2009

The Clash, "At Shea stadium"

Estamos en 1982, los Clash actúan en el Shea Stadium de Nueva York ante miles de personas. Si a mediados de los 70 a Mick Jones, Joe Strummer y compañía les hubieran dicho que iban a llegar tan lejos no se lo creerían. Atrás quedaron los viejos tiempos de The 101'ers y London SS, una época rebosante de ingenuidad, comunas "squatters" en el corazón de Londres y mucha música. Folk y Rock and Roll clásico, pero también proto punk directo a la vena (MC5, Stooges, Deviants), y en el medio de todo ese vaivén, el Pub Rock tan en boga en 1975.

Los Clash fueron de los grupos más longevos de su generación, mientras que muchos de los grupos punk que surgieron como una exhalación se quemaron con la misma rapidez que una moda pasajera, Los Clash crecieron y experimentaron con diversas texturas musicales. Fueron grandes, incluso sus momentos más bajos son enormemente disfrutables, siempre con esa impronta tan personal que les hace únicos. The Clash grabaron un puñado de discos que cambiaron el curso de la música, fueron comprometidos, vibrantes y siempre arriesgados. La magia duró de 1976 a 1986, pero según algunos tuvieron que haberlo dejado antes. Quizás en sus últimos años fueran engullidos por los conflictos internos y personales, pero sobre todo por su propio éxito. Aún así su carrera fue brillante como pocas.

Volviendo a aquél 12 de octubre de 1982, The Clash compartieron cartel con David JohansenNew York Dolls) y The Who. En el mismo día coincidían 3 de los máximos exponentes de la música Punk en distintas épocas. The Who hacia mediados de los 60 arrasaron el sistema a golpe de feedback y melodía, New York Dolls a principios de los 70 aportaron maquillaje y guitarras asesinas y The Clash en la segunda mitad de los 70 pasión y compromiso. Aquél día los Clash se jugaban mucho, conscientes del numeroso publico, guapos y famosos incluidos, tenían que salir a por todas. Probablemente estuvieran nerviosos, se jugaban su prestigio al otro lado del Atlántico y debían apartar sus diferencias y fricciones internas, sencillamente tenían que funcionar de nuevo como una banda unida, y vaya si lo consiguieron.

Tras la introducción de Kosmo Vinyl, Joe Strummer suelta un "Welcome to the Casbah club", y a partir de ahí el grupo arroja un tema tras otro como si el tiempo no hubiera pasado, como en los viejos tiempos pero con la experiencia que da los años. El repertorio fue de lo más acertado, se trata de una generosa selección de algunos de sus mejores temas desperdigados por todos sus discos. Abren con un incendiario "London Calling" que es pura anfetamina a punto de explotar, Strummer presenta a Mick Jones para cantar "Police on my back", el estadio se viene abajo en una ovación única. Paul Simonon relaja los ánimos con los aires reggae de la fantástica "Guns of Brixton". De nuevo Joe Strummer se arranca con "Tommy gun", un single perfecto con categoría de himno. Quién piense que el rap y el hip-hop son incompatibles con el Punk-Rock ahí está "Magnificent seven" para rebatirlo, que empalma con un brillante "Armagideon time" de ascendencia Reggae.

Le damos la vuelta al disco y nos encontramos con "Rock the Casbah", un digno ejemplo de lo que debería ser la música disco según los Clash. A partir de ese momento la temperatura sube tema a tema y minuto a minuto hasta el final. "Train in vain" es el maravilloso tema oculto de "London Calling", que curiosamente es el de más proyección comercial; canta Mick Jones, y como no podía ser de otra manera la banda suena como un cañón pero sin perder los matices originales de la obra de estudio. "Career of oportunities" regresa a los tiempos del glorioso primer disco, con una versión convincente y llena de mala uva, donde pagan la deuda a los Ramones. "Spanish boms" de "London Calling" la odié la primera que la escuché, pero con el tiempo me fue atrapando, y la versión aquí interpretada no es ninguna broma, las guitarras crujen y al grupo se le nota que se mete de lleno en el tema. "Clampdown" pertenece de nuevo a su disco más celebrado ("London Calling"), y añade textura punk a toda esa fantástica colección de canciones. La versión presente es simplemente fantástica y queda propulsada por un comunicativo Joe Strummer. "English civil war" es otro encabritado himno punk incluido en su segundo álbum, y volviendo al estadio Shea, el grupo lo resucita de entre los muertos gracias al buen hacer de Mick Jones como guitarrista solista. Para concluir The Clash cierran con ese rompe-pistas cervecero que es "Should i stay should i go", con Jones y Strummer repartiendo "versos" y guitarrazos a diestro y siniestro, y de despedida, que mejor que hacerlo con "I fought the law", de ese chico tejano muerto en los 60 en extrañas circunstancias llamado Bobby Fuller, y como no, la versión aquí incluida no tiene fisuras, con ese respeto por el Rock and Roll clásico y esa clase innata que posee de la banda, y nunca mejor dicho.

"Police on my back" uno de los momentos iniciales y mejores del álbum


jueves, 22 de octubre de 2009

NRBQ, "Ridin' in my car"

NRBQ es uno de esos grupos al que tengo un cariño especial. Detrás de un grupo de culto seudo minoritario se esconden unos gigantes admirados por gente como Dylan, Paul McCartney o Keith Richards. Pero eso es lo de menos, lo importante son sus discos, cada uno de ellos una pequeña obra maestra del gran libro del Rock and Roll. Son discos que ganan enteros con el tiempo, con esa excepcional heterogeneidad y mestizaje característico. En sus discos cabe de todo: Country, Blues, Rock and Roll, Beatles, Sun Ra y cualquier estilo que se te pueda ocurrir, simplemente lo absorben todo para construir algo propio y original

Dice la leyenda que en los conciertos son capaces de tocar cualquier canción que se les pida y salir siempre bien del paso, nunca tienen una lista de canciones fija, es más, ni siquiera tienen lista, lo suyo simplemente es tocar y tocar. Los NRBQ son geniales, desde 1967, aunque sea en la sombra, llevan extendiendo su genialidad por el mundo en forma de pequeñas grandes canciones y discos maravillosos.

Discos como Scraps, Workshop, All Hopped Up o At Yankee Stadium los llevo en el corazón, pero si tuviera que elegir una canción suya me quedaría con “Ridin’ in my car”. Es “la canción”, simplemente perfecta, todos los detalles son una delicia: percusión, arpegios y el magistral solo de guitarra, la voz solista y los preciosos coros, y ese tímido teclado que llena de belleza hasta el rincón más oculto de la canción, y todo sin sonar ampulosos, no hay secretos, simplemente pura maestría y esa capacidad imnata, al alcance de muy pocos, de dar con la canción perfecta.

Gracias a Terry Adams y sus muchachos por los excelentes momentos que nos hacen pasar con sus discos, y recuerdos especiales a Steve Ferguson, tremendo guitarrista original de la banda que por desgracia ya no está entre nosotros.


martes, 1 de septiembre de 2009

Chuck Berry, "After School Session"

Chuck Berry es de los pocos mitos vivientes del Rock and Roll, y sin miedo a pillarse los dedos, se puede afirmar que ha sido de los intérpretes y guitarristas más influyentes de todos los tiempos. Que más da que algunos digan que siempre escribe la misma canción, o reproduzca el mismo solo de guitarra una y otra vez. Chuck Berry es un pionero, creador único y un gran compositor de canciones, quizás de los mejores. Prácticamente cualquiera que haya estado en una banda de Rock and Roll ha tocado sus canciones, la lista es enorme: Stones, Beatles, Hendrix, Dave Edmunds, Flamin' Groovies, Elvis, Buddy Holly y cientos más.

A pesar de la enorme influencia, y la exitosa carrera de Berry (en los años 50 y 60 basicamente), sus discos no son fáciles de encontrar (especialmente en formato LP), y no será porque sean malos, todo lo contrario, los trabajos de Chuck Berry, por lo general, son auténticas obras maestras que no se reducen a sus canciones más conocidas de siempre, son discos excitantes, divertidos, nacidos para disfrutar y muy variados estilísticamente, pero siempre con esa impronta personal tan característica.

Por fortuna, recientemente ha surgido un sello discográfico llamado Doxy Records, centrado en reediciones de clásicos de Jazz, pero también de Rock and Roll. Hasta el momento han publicado referencias de Buddy Holly, Bill Haley, Little Richard, Eddie Cochran, Everly Brothers y por supuesto Chuck Berry. El sonido de los discos es espectacular, además se respeta el diseño de portada original, y lo más importante, están editados en glorioso vinilo con un prensaje como es debido. El disco de Berry en cuestión es “After School Session”, ni más ni menos que su primer LP publicado en Chess records en 1957. En realidad es un disco recopilatorio de temas grabados entre 1955 y 1957 con la crema y nata de músicos de Blues de Chicago: Willie Dixon, Otis Spann, Jimmy Rodgers o Johnny Johnson son algunos de los protagonistas.

La reedición no contiene extras ni añadidos, ni falta que hace, los doce temas originales son suficientes para hacerte vibrar durante poco más de media hora. La ecuación del talento de Chuck Berry se resuelve por si sola gracias a definitivas canciones de Rock and Roll clásico (“Schoolday”, “Too much monkey business” o “Brown eyed handsome man”), poderosos instrumentales de Rhythm and Blues (demoledor “Roly Poly”, escalofriante “Deep feeling” y elegante “Berry pickin'”); y el Blues, como no, el Blues siempre está presente, unas veces de manera más ortodoxa, como en “Wee wee hours” con el majestuoso piano de Johnny Johnson de acompañamiento, o en “No money down” con el clásico riff prestado de “Hoochie coochie man”. También hay afortunadas baladas Pop (“Together we will always be” y “Drifting heart”), e incluso el bueno de Chuck se lo pasa en grande jugueteando con el Calypso latino de “Havana moon”, por no hablar de “Down bound train”, con esa tensión contenida que atraviesa la columna vertebral como una descarga eléctrica del alto voltaje. Simplemente la reedición del año.

"Down bound train", una joya oculta recuperada por los Nomads a mediados de los 80.


domingo, 23 de agosto de 2009

Big Bill Broonzy, "The Blues"

Big Bill Broonzy fue un cantante, compositor, intérprete y guitarrista de Blues Rural nacido en Mississippi, y aunque quizás no sea tan conocido como otros contemporáneos suyos, sin duda es uno de los grandes, a la altura de Robert Johnson, Charlie Patton, Son House o Blind Lemmon Jefferson. Influyó decisivamente en el Blues de Chicago, donde se trasladó en los años 20, e incluso alguien tan representativo como Muddy Waters le dedicó un disco en 1960. Desde los años 20 hasta su muerte (en 1958) grabó centenares de canciones de diversos estilos: Blues, Espirituales, Jazz, canciones de trabajo, Ragtime... Su faceta de músico la compaginó con trabajos de lo más variado: minero, temporero en los diques del Mississippi, en las vías del tren o en los campos de trabajo del Sur de USA... En los años 50, con el "boom" de la música Folk, las nuevas generaciones de músicos le reivindicaron, e incluso fuera de USA, en Europa, le rindieron gran admiración en aquella época, lo que le llevó a grabar en París, entre 1951 y 1952, las canciones que formarían parte de The Blues, aparecido originalmente en 1965 en el sello de Nueva York, Scepter Records.

The Blues es una colección de canciones estremecedoras, cada una es un tesoro cargado de sentimiento. Hablan de amor, desamparo, soledad, trabajo duro, y reflejan a la perfección el día a día de una persona de color, un ser humano maltratado por una sociedad segregada, cuyo mayor delito es el color de su piel y su única arma una guitarra que no entiende de colores ni de clases sociales, y es capaz de emocionar arrojando sinceros acordes con sabor a carretera y libertad. The Blues es todo un regalo para los oídos; íntimo, triste y divertido, dependiendo del tono de la canción que suene. Con Louise, Kind hearted blues, Baby please don't go (versioneada hasta la saciedad) y Letter to my baby Big Bill canta al amor. En “Do right blues se pregunta como alguien puede ser maltratado. También hay hueco para los espirituales en las tradicionales Down by the Riverside o la preciosa When did you leave heaven. John Henry es otro conocido tema tradicional de trabajo dedicado a los negros del siglo XIX, más conocidos por trabajar más rápido y mejor que cualquier máquina. The Moppin' blues es otra canción de trabajo que con su incisivo riff se anticipa sin miramientos al Rock and Roll que entonces estaba aún por llegar.

Big Bill Broonzy trabajó y tocó hasta el final de sus días, cuando en 1958 un cáncer de garganta se lo llevó directo a la tumba. Su trabajo no fue en balde, no obstante, aunque no ha sido tan valorado como otros de sus compañeros, para clásicos como Pete Seeger, Muddy Waters, Memphis Slim, Ronnie Wood o Ray Davies ha sido una inspiración decisiva en sus inicios.

"Baby please don't go", la grandeza hecha canción


sábado, 8 de agosto de 2009

The Blow Pops

Después de un tiempecito parados, vamos a hacer un ejercicio de nostalgia, para variar. Retrocedamos hasta finales de los 80, principios de los 90, hasta Milwaukee, Wisconsin, ciudad que aparte de ser conocida por las motocicletas Harley Davidson, también vio nacer a The Blow Pops, hoy unos perfectos desconocidos, pero en su día facturaron excelente música Pop deudora del mejor y más sentido Beat británico de los 60, pero también de las grandes bandas de Power-Pop de los 70. Si grupos como Who, Hollies, Bealtes o Raspberries te dicen algo, alucinarás con The Blow Pops.

En su día únicamente publicaron dos discos, ¡pero menudos discos!, auténticas joyas repletas de melodías arrebatadoras, guitarras de 12 cuerdas, asombrosos juegos de voces, y en definitiva, aludiendo al título de una de sus canciones, discos inundados de canciones nacidas para girar a 45 revoluciones por minuto, singles perfectos que van más allá del mero ejercicio de estilo, canciones que no queman ni el tiempo, ni las reiteradas escuchas, ni tan siquiera las cambiantes modas.

Ambos discos se publicaron en su día en la discográfica independiente de Pittsburg Get Hip records. Primero fue “Charmed i'm sure” de 1992 y luego “American beauties” de 1994, y por último llegó la nada, la oscuridad, y de buenas a primeras la banda se deshizo, sus discos quedaron descatalogados y olvidados, y el mundo de la música siguió girando en su propia mediocridad, sin unos Blow Pops a los que se les debe un mínimo de reconocimiento y respeto, o por lo menos una digna reedición de sus dos únicos álbumes.

Si alguien me preguntara que disco de los dos prefiero, le respondería que ni idea, sería una respuesta harto complicada, ¿A quién quieres más, a mamá o a papá?, difícil elección, no? “Charmed i'm sure” bucea un poco más en la sicodelia, y contiene maravillas como “Wake up Mary”, “Stiff Prisilla”, “Tuesday morning” o ese tema de 10 minutos que lanza 4 canciones a bocajarro al estilo de esa inolvidable ópera rock de The Who llamada “A quick one”.
Su segundo disco, “American Beauties” tampoco es ninguna broma, quizás sea mejor que “Charmed”; difícil elección cuando es tan sencillo emocionarse con obras maestras como “Cleveland”, la maravillosa “Storybook”, y absolutamente todo el contenido del disco, que oscila continuamente entre la maestría vocal de Beach Boys y el pop más enérgico que funciona tan bien como un generador de buenas vibraciones que te abre en canal de pies a cabeza.

En el excelente blog “Power pop criminals” también se acordaron de Blow Pops, y les dedicaron unas entradas. En esta podéis descargar unas actuaciones radiofónicas y rarezas de la banda. Desde mi punto de vista el volumen 1 de dicha recopilación es memorable; contiene canciones de los dos LP's más alguna versión que otra. De verdad que merece la pena.

domingo, 24 de mayo de 2009

Pat Todd

En el Rock and Roll, como en cualquier otro arte, siempre existirán personajes anónimos y casi desconocidos que a pesar de ser transparentes al público, continúan con su trabajo contra viento y marea con un aplomo y credibilidad escalofriantes. Este es el caso de Pat Todd, ex cantante del grupo punk californiano Lazy Cowgirls, y antítesis de estrella de Rock. El bueno de Pat puede que no sea guapo, ni joven ni enrollado, pero su visión de la música emociona; una estrofa en su voz o un simple acorde de su guitarra te hace seguir creyendo en el viejo Rock and Roll. Mientras exista gente como Pat Todd, esta música se mantendrá eternamente joven, con su sonrisa exterminadora, sus ojos vidriosos repletos de fuerza, su sensibilidad a flor de piel y su virtud para huir de la mediocre realidad.

Hace unas semanas Pat Todd y su grupo The Rankoutsiders, estuvieron de gira por España, y por lo menos en Madrid las escasas cincuenta almas que ocupábamos la sala fuimos testigos de su enorme discurso musical. Tan solo 20 segundos bastaron para convencernos del potencial del grupo, y a pesar de los estragos del “jet lag”, Pat y los suyos ofrecieron un concierto tremebundo con unos temas que se nutrían de las mejores raíces rockeras aderezadas de influencias Punk con la banda sonando como un cañón. Algunos dicen que el sonido no fue demasiado brillante, da igual, ese ruido alimentado de saturadas guitarras eléctricas emocionó y llegó al alma. En esta reciente gira Pat Todd & the Rankoutsiders venían presentando su reciente trabajo, “Holdin' onto trouble's hand” (2008), un disco mayúsculo en todos los sentidos: emocionante, enérgico, fresco y sobre todo generoso. Pat Todd nos regala 20 canciones sin altibajo alguno, con un sentido de unidad similar a trabajos como “Exile on main street” de los Rolling Stones. Su generoso minutaje deja rastros de talento a lo largo de los 75 minutos que dura el compacto sin altibajo ni relleno alguno. Este trabajo no es otro más, es un viaje hacia la esencia misma del Rock and Roll, con unas canciones que no dejan indiferente y trazan una pequeña carretera secundaria hacia tierras de libertad, donde los bares nunca cierran, “ganar” o “perder” son conceptos relativos, y cada instante es tan valioso como si fuera el último segundo de la existencia.

“Holdin' onto trouble's hand” comienza a todo gas con “Where the sidewalk ends”, un pepinazo con recuerdos a MC5 del “Back in the USA” y Led Zeppelin, y todo un canto a la diversión. “Holdin' onto trouble's hand” es Rock americano de categoría, gran melodía, potentes guitarras, intachables coros y en definitiva, un número uno en potencia.

Con “Wrong turn” y “When the world and you Collide” Pat Todd pone sobre el tapete su baza más íntima y acústica, preciosas canciones donde armónicas, guitarras acústicas y “slide” lanzan un fluido diálogo.

“Billion Dollars Cash” es Rock de raíces envenenado de Punk, compuesta bajo la influencia del Gran Gatsby y Elvis Presley, con sus sueños de libertad, sexo, dinero y poder.

“King of drugs” es un desnudo tema de Blue Grass solo con banjo, que encaja perfectamente en el contexto global del disco y seguro que el mismísimo Steve Earle alucinaría.

“Dangerous times – dead ahead” es tremenda, su explosivo comienzo hace que te subas por las paredes, la encendida voz de Pat es pura dinamita, y el solo de guitarra de Nick Alexander invoca a todos esos traviesos demonios que llevamos dentro.

De elegir una favorita esta sería “Theda”. Todo en ella es estremecedor: la guitarra acústica inicial (recuerdos a Eddie Cochran), los coros, los arreglos de guitarra solista, los dos solos, la cálida voz de Pat... Todo funciona perfectamente.

“The December 12th Blues” es una canción de cumpleaños, de amistad y de buenos deseos; 8 “stonianos” minutos de Boogie Boogie que pasan en un suspiro.

“Tonight i said your name” es otra maravillosa canción con guitarras de 12 cuerdas, mandolina, y pedal steel, que transpira emoción en cada milisegundo.


“Theda” en directo, unos encendidos Pat Todd and the Rankoutsiders en estado de gracia resucitando el espíritu de Gene Vincent and the Blue Caps y los Heartbreakers de Johnny Thunders.

lunes, 30 de marzo de 2009

Greg Sage y The Wipers, primera parte

The Wipers nacieron como un grupo supuestamente Punk en 1977 en Portland, Oregon. El creador y líder de la “criatura” fue Greg Sage. Siempre nadaron a contracorriente; desde el principio rechazaron las reglas del negocio (promoción, giras, entrevistas...), en favor de una utópica autogestión artística y económica con el fin de controlar cada uno de sus movimientos, sin presiones ni imposiciones de terceras personas, intentando preservar, en la medida de lo posible, la pureza de su incendiario discurso musical. Como veremos Greg Sage no es ningún recién llegado, y antes de los Wipers tuvo sus propias experiencias musicales.

Desde mediados de los 60 un jovencísimo Greg Sage siente una precoz fascinación por la música y las distintas técnicas de grabación, no obstante, su padre trabajaba en el mundo de la radio, y Greg tiene la suerte de poseer un equipo de grabación e investiga durante mucho tiempo, incluso antes de aprender a tocar la guitarra, la forma de conseguir un sonido óptimo e intenso. Esta obsesión le conduce a grabar a muchos grupos de instituto de la zona.

La primera experiencia profesional “seria” de Greg Sage en el mundo de la música se produce cuando conoce a
Beauregarde hacia 1969. Beauregarde es un popular luchador de “Wrestling”, que aparte de combatir tiene su propio espectáculo: el mastodóntico luchador entra al ring con una imponente chopper de tres ruedas, y antes de combatir se pone a cantar algunos temas para asombro del público. Beauregarde tiene la intención de grabar su propio disco, y rápidamente le recomiendan a Greg Sage, del que dicen que toca la guitarra como Hendrix. En 1971 se publica “Beauregarde” y el resultado no puede ser mejor, el disco es toda una obra maestra de Soul y Rhythm and Blues mezclado con sicodelia. El álbum está producido, compuesto e interpretado por el propio luchador, con la ayuda de un jovencísimo Greg Sage de 17 años. La guitarra de Sage arroja latigazos de Soul y Blues , pero siempre con un regustillo “ácido” lleno de electricidad.

Como se ha dicho al principio, en 1977 Greg Sage crea los Wipers junto con
Dave Koupal (bajo) y Sam Henry (batería), en principio solo como un proyecto de estudio con idea de grabar 15 discos en 10 años. Al final no se daría ni una cosa ni otra, hicieron sus giras y los discos no llegaron a ese número, pero sus álbumes (sobre todo los primeros) son todo un ejemplo de integridad artística, evolución continua y honestidad. Aunque la actitud del “hazlo tú mismo” de los Wipers encaja perfectamente con la filosofía punk, su música va más allá de etiquetas, quizás sea esta la causa de su escasa aceptación mediática. Cuando empezaron a finales de los setenta no encajaron en la escena Punk, los años 80 fueron duros para el Rock and Roll, y en ese pequeño reducto de Garage revival o nuevo Rock americano tampoco encajaron, y en los 90 a pesar de que grupos como Nirvana, Mudhoney o Dinosaur Jr declararon abiertamente su admiración por la música de Greg Sage y the Wipers, tampoco lograron ir más allá de las fronteras de grupo de culto.

Las masas necesitan identificarse con algo, un estilo concreto, una tendencia, una marca, y en general cualquier cosa que vendan los medios de comunicación. En este contexto, la música de los Wipers, con su distorsión extrema, sus agitadas melodías, y sus desoladores paisajes de aislamiento, confusión y frustración, no encaja en los patrones de las mayorías, The Wipers no es un grupo amable ni cómodo, sus discos no son de fácil digestión, son intensos, enérgicos, eléctricos y apabullantes. Los Wipers tienen personalidad, son el grupo independiente por excelencia, y no lo que nos quiere vender la industria, como cualquiera de esos pseudo grupillos con su imagen perfectamente estudiada que son manejados como títeres.

En 1979 The Wipers publicaron
“Is this real?”, un clásico instantáneo repleto de canciones breves, riffs aplastantes y directos al grano. En la sencillez está su grandeza, la banda suena sólida como el granito, son doce tremendos temas difícilmente etiquetables, cuyo nexo de unión es el estilo único de Greg Sage a la guitarra, su peculiar forma de cantar, y su característico sentido de la melodía. “Dimension 7” es una fascinante experiencia musical, es como acercarse a un precipicio y caer irremisiblemente al vacío. “Return of the rat” es pura fuerza bruta musical. En “Potencial Suicide” la tensión se puede cortar a base de retroalimentación sónica. “Don't know what i am” alcanza la categoría de himno como quién no quiere la cosa. “Let's go let's go away” trae a la mente a los mismísimos Heartbreakers de Johnny Thunders. “Alien boy” es un violento guiño a las películas de ciencia ficción. El lado más Pop, siempre presente, es más obvio en “Mystery”, “Wait a minute” o “Is this real?”.

En 1981 el grupo edita
“Youth of America”, un disco completamente diferente al anterior. Mientras que “Is this Real?” está formado por breves canciones más próximas al Punk, “Youth of America” es más denso y sicodélico, con un sonido menos rabioso pero más rico en matices. El grupo sigue con el formato de clásico power trío a base de guitarra, bajo y batería, pero está vez hay ocasionales arreglos de piano. En “Youth of America” las canciones son mucho más extensas, llegando hasta los diez minutos del brutal tema que da título al LP, sin duda de lo mejor del álbum con esos inolvidables abrasadores ataques de Feedback. Con el tiempo “Youth of America” se ha convertido en el trabajo más celebrado de los Wipers, y supone una ruptura de planteamientos respecto a su primer LP, pero en el fondo las pistas son las mismas: buenísimas canciones repletas de adictivas melodías, pero en esta ocasión la salvaje distorsión pasa a un segundo plano para dar mayor énfasis a las texturas y sensaciones musicales. Una obra maestra absoluta, extrema y llena de matices que se descubren con el tiempo, y cada escucha supone una experiencia nueva.

Los dos primeros LP's del grupo en su momento fueron editados por
“Park Avenue records”, pero el grupo no percibió ni un céntimo en concepto de royalties. En el 2005 Greg Sage, tras años de pleitos, recuperó los derechos de estos discos y actualmente están editados en su propio sello discográfico (Zeno Records), en formato LP con un buen prensaje y presentación de lujo. Junto a los discos de los Wipers también está disponible en “Zeno records” el excelente LP de Beauregarde.

"Return of the rat" de su primer álbum, canción excepcional y vídeo divertidísimo

jueves, 19 de marzo de 2009

Graham Parker "Squeezing out sparks"

Estamos en Inglaterra a mediados de los 70, la escena musical es aburridísima, el Rock sinfónico está en pleno auge, el Rock and Roll es una reliquia del pasado y nadie parece recordar los viejos buenos tiempos. En los Pubs la situación es muy distinta, muchas bandas recuperan la antigua rabia y nervio de antaño, y poco a poco se forma un circuito de pequeños Bares, donde además de beber cerveza, se puede disfrutar de música en directo que revive los clásicos del Rhythm and Blues y Rock and Roll primigenio, que al poco tiempo desemboca en la explosión de la música Punk. Dr. Feelgood, Count Bishops, Ducks DeLuxe o Brinsley Swartz fueron algunas de las bandas más emblemáticas del movimiento “Pub Rock”.

Es en esta época, mitad de los 70, cuando surge una nueva generación de cantantes y compositores, que incluyen a Elvis Costello, Graham Parker y un poco más adelante a Joe Jackson. Al contrario que los Punks, que crean su propia “revuelta juvenil” a base de inconformismo y ataque frontal al sistema, Graham Parker y compañía acentúan más su lado emotivo con unas letras cargadas de ingenuidad e ironía, y una música rica en originales melodías.

Graham Parker desde 1976 viene acompañado por una “super banda” llamada The Rumour, formada por miembros de Ducks Deluxe y Brisnley Swartz. El sonido es enérgico y hacen incapié en la fuerza de las guitarras, combinado con un teclado que añade profundidad a las canciones sobre una contundente sección rítmica. Editaron algunos soberbios albumes como “Howlin Wind” o “Heat Treatment”, y aunque “Stick to me” era un poco más flojo, facilitó la salida del grupo de Mercury Records para entrar a formar parte de Arista. Graham Parker en relación con su ruptura con Mercury grabó la fantástica “Mercury poisoning” no aparecida en ningún LP.

 En 1979 el grupo se dispone a grabar un nuevo álbum, pero cada miembro va a lo suyo, hay demasiados “egos” y el potencial de las nuevas canciones no se aprovecha como es debido. Se dice que en ocasiones la función de un productor discográfico es actuar como mediador del grupo, y hacer que la grabación fluya con naturalidad. Sin duda esta labor la ejerció a la perfección Jack Nitzche, productor de “Squeezing out sparks”, título del siguiente trabajo de Graham Parker and The Rumour. Nitzche tenía un glorioso currículum en el mundillo del Pop, entre muchas cosas fue el “arquitecto” del muro de sonido de Phil Spector, participó en algunas de las canciones más legendarias de los Rolling Stones en los 60, y también produjo y “arregló” algunos de los álbumes más importantes de Neil Young. Jack Nitzche consiguió que el grupo sonara tremendamente sólido, emotivo y conjuntado, dotando al material del disco de un brillo especial, que treinta años después no ha perdido un ápice de intensidad y constituye toda una obra maestra de la “Nueva Ola”.
“Squeezing out sparks” es un disco de muy fácil escucha, atrapa a la primera gracias a sus pegadizos estribillos, guitarras vibrantes y un sonido más cercano al directo, como si el grupo tocara en uno de esos pequeños Pubs mientras el público bebe y se divierte. Diez canciones perfectas, sin relleno alguno, que fluyen con naturalidad y lo único que exigen del oyente es ganas de diversión, un objetivo tan básico como trascendente en el fondo. Pero “Squeezing out sparks” no se queda en la superficie, para todo aquél que esté dispuesto a bucear en dichas canciones, hay un mundo cargado de ironía donde el autor nos abre su corazón, y aunque no siempre promete un final feliz, Graham Parker es capaz de emocionar con sus certeras frases a bocajarro.
“Squeezing out sparks” abre con “Discovery Japan”, un potente tema donde las guitarras suenan como es debido, y un original y emocionante estribillo atrapa a la primera mientras Parker escupe sus emocionantes estrofas (“.. no hay nada a lo que agarrarse cuando la gravedad te traiciona y todos los besos te esclavizan”). 
 
“Local girls” es otro clásico inmediato, arropado por un teclado saltarín, con guitarras que recuerdan a un Chuck Berry puesto al día con ritmos de música disco. De nuevo el irónico estribillo es demoledor (“No molestar a las chicas locales”).

“Nobody hurts you” no baja la intensidad del disco, toda una fiesta de guitarras rítmicas, solistas y la voz de Graham Parker de nuevo toca la fibra sensible (“Nadie te hiere tanto como tú mismo”).

“You can't be too strong” es uno de los momentos más emocionantes del disco, elaborada solo con guitarras acústicas, el teclado de fondo, y por encima la afectada voz de Graham Parker, tan íntima y melancólica, que nos muestra a alguien deshecho por dentro aunque por fuera aparenta que todo está bien.

Con “Passion is no ordinary word” llega el punto álgido del disco, todo un festival de guitarras eléctricas y acústicas, para uno de los títulos más bellos de una canción, "Pasión no es una palabra ordinaria", cada estrofa de Parker es un doloroso dardo a los corazones heridos:

"Funciona mucho mejor en la fantasía
La Imaginación es algo que me viene fácil
porque esto no es nada si no es irreal
cuando finjo tocarte, tú finges sentir"

Después de semejante derroche de emoción, nada mejor que un Rock and Roll directo y desenfadado. “Saturday night is dead” habla de usar algún día el pensamiento propio, de la gente que no encaja en los cánones de las mayorías, y del aburrimiento que supone un sábado por la noche que te conduce al funeral de los domingos. Será que me hago mayor que esta canción me llega al alma.

“Love gets you twisted” es otra preciosa canción, donde se nota la mano de Nitzche en esos arreglos orquestales simulados con un simple pero efectivísimo teclado. La banda camina con convicción y seguridad en una interpretación llena de sentimiento hasta el último segundo:

"El amor te retuerce todo el tiempo
los corazones están en fila, para romperse cada día
...
Cuando ella está en mis brazos
no puedo ver el otro punto de vista"

“Protection” es todo un “rompe pistas”, auténtica música de baile con toques de Rocksteady e incluso Reggae, con las omnipresentes y orgullosas guitarras dialogando, el teclado inquieto, un estribillo en carne viva aplicado como alcohol a una herida infectada:

"No puedo conseguir protección
Todas las bombas están detonando
y todos me dicen que no me asuste y actúe como si no me importase
por eso llevo una expresión en blanco para ocultar mi auténtica impresión
apaga las noticias de la radio, solamente enciende esta emisora"

“Squeezing out sparks” cierra con “Waiting for the UFO's” y “Don't get excited”, otras dos joyas que completan las 10 canciones del disco, que en mi opinión Graham Parker no ha vuelto a superar, y eso que hasta el día de hoy ha editado muchísimos discos, algunos de ellos maravillosos, como son sus últimas obras: “Songs of no consequence” (2005) con una aproximación al sonido añejo de The Rumour, o “Your country” (2004), que conduce hacia terrenos más country pero sin perder la elegancia Pop de este hombre. Sin lugar a dudas Graham Parker es uno de los grandes. Todo un genio a la sombra que aún no se ha valorado bastante.

En 1979 cuando se editó "Squeezing out sparks" también se publicó "Live sparks", pero no en el circuito comercial sino para la radio y otros medios. En la siguiente dirección lo podéis descargar. El disco incluye las diez canciones en el mismo orden que el disco oficial, más una maravillosa versión de los Jackson Five y la "inédita" "Mercury poisoning".

http://rapidshare.com/files/211162078/graham_parker_and_the_rumour_live_sparks.rar

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